Vladimir Putin, el pacificador en jefe de Siria y el gasoducto de Irán, Iraq y Siria

El presidente ruso Vladimir Putin (der.) y su homólogo turco Recep Tayyip Erdogan, se dan la mano durante una conferencia de prensa conjunta después de sus conversaciones en el centro turístico de Sochi, en el Mar Negro, el 22 de octubre de 2019. Foto: Sergei Chirikov / AFP

El acuerdo Rusia-Turquía establece una “zona segura” a lo largo de la frontera turca y habrá patrullas militares conjuntas Rusia-Turquía. Esto sería la obertura de una nueva ópera geopolítica en el Oriente Medio, cuyo objetivo esencial es la construcción de un gasoducto a través de Irán, Iraq y Siria, que fue acordado en un memorando de entendimiento firmado en 2012, pero que el régimen de Obama lo contuvo son su guerra inventada de los “rebeldes kurdos”.
Por Pepe Escobar
Las negociaciones en Sochi fueron largas —más de seis horas— tensas y duras. Dos líderes en una sala con sus intérpretes y varios ministros turcos de alto rango con sus consejeros si necesitaban un asesoramiento. Lo que estaba en juego era inmenso: una hoja de ruta para pacificar el noreste de Siria, por fin.
La conferencia de prensa posterior fue un poco incómoda, ya que se trató de generalidades. Pero no hay duda de que al final el presidente ruso Vladimir Putin y su homólogo turco Recep Tayyip Erdogan, lograron lo casi imposible.

La integridad territorial siria
El acuerdo entre Rusia y Turquía establece una zona segura a lo largo de la frontera sirio-turca, algo que Erdogan había estado buscando desde dl 2014. Habrá patrullas militares conjuntas entre Rusia y Turquía. Las YPG (Unidades de Protección Popular) kurdas, que forman parte de las rebautizadas Fuerzas Democráticas Sirias alineadas con Estados Unidos, tendrán que retirarse e incluso disolverse, especialmente en el tramo entre Tal Abyad y Ras al-Ayn, y tendrán que abandonar sus muy apreciadas zonas urbanas, como Kobane y Manbij. El ejército árabe sirio estará de vuelta en todo el noreste. Y la integridad territorial siria —un imperativo de Putin— se preservará.
Se trata de una situación en la que todos ganan —Rusia, Siria y Turquía— e, inevitablemente, es el fin de un Kurdistán sirio controlado por los separatistas. De manera significativa, el portavoz de Erdogan, Fahrettin Altun, destacó la “integridad territorial” y la “unidad política” de Siria. Ese tipo de retórica de Ankara no se había escuchado hasta hace poco.

Lo que aún queda por delante
Putin llamó inmediatamente al Presidente sirio Bashar al Assad para detallar los puntos clave del memorando de entendimiento. El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, subrayó una vez más el objetivo principal de Putin —la integridad territorial siria— y el arduo trabajo que queda por delante para formar un Comité Constitucional sirio, que se encargue de la vía legal hacia una solución política todavía esquiva.
La policía militar rusa y los guardias fronterizos sirios ya están llegando para monitorear el imperativo retiro del YPG —hasta una profundidad de 30 kilómetros desde la frontera turca. Las patrullas militares conjuntas están programadas provisionalmente para comenzar el próximo martes 29 de octubre.
El mismo día que esto sucedía en Sochi, Assad estaba visitando el frente en Idlib, una zona de guerra de facto que el ejército sirio, aliado con el poder aéreo ruso, finalmente despejará de las milicias yihadistas, muchas de ellas apoyadas por Turquía hasta literalmente ayer (22 de octubre). Esto ilustra gráficamente cómo Damasco, lenta pero seguramente, está recuperando la soberanía de su territorio después de ocho años y medio de guerra.

¿Quién se queda con el petróleo?
A pesar de todos los obstáculos en Sochi, no hubo ni una palabra sobre un elemento absolutamente clave: quién está en control de los campos petroleros de Siria, especialmente después del notorio tweet del presidente Trump, donde dijo: “Los EE.UU. han asegurado el petróleo”. Nadie sabe qué petróleo. Si se refiere al petróleo sirio, eso sería contrario al derecho internacional. Por no hablar de que Washington no tiene mandato —ni de la ONU, ni de nadie más— para ocupar el territorio sirio.
Las redes árabes están inundadas de vídeos de la no precisamente gloriosa salida de las tropas estadounidenses, dejando Siria bajo una lluvia de piedras y tomates podridos hasta el Kurdistán iraquí, donde fueron recibidos con un duro recordatorio. “Todas las fuerzas estadounidenses que se retiraron de Siria recibieron autorización para entrar en la región del Kurdistán [solamente] y de allí pudieran ser transportadas fuera de Irak. No se ha concedido permiso para que estas fuerzas permanezcan dentro de Irak”, dijo el cuartel general militar iraquí en Bagdad.

La versión mediática del Pentágono
El Pentágono dijo que una “fuerza residual” podría permanecer en el valle del río Éufrates Medio, junto a las milicias de las Fuerzas Democráticas Sirias, cerca de unos pocos campos petroleros, para asegurarse de que el petróleo no caiga “en manos de ISIS/Daesh u otros”. “Otros” en realidad significa el dueño legítimo, Damasco. No hay forma de que el ejército sirio lo acepte, ya que ahora está plenamente comprometido en una campaña nacional para recuperar las fuentes de alimentos, agricultura y energía del país. Las provincias septentrionales de Siria cuentan con una gran cantidad de agua, presas hidroeléctricas, petróleo, gas y alimentos.
En su estado actual, la retirada de Estados Unidos es parcial en el mejor de los casos, teniendo en cuenta también que una pequeña guarnición permanece detrás en al-Tanf, en la frontera con Jordania. Estratégicamente, eso no tiene sentido, porque la frontera de Al Qaem entre Irán e Iraq es ahora abierta y próspera.

Mapa: Energy Consulting Group

Un mapa que está cambiando
El mapa de arriba muestra la posición de las bases estadounidenses a principios de octubre, pero eso está cambiando rápidamente. El ejército sirio ya está trabajando para recuperar los yacimientos petrolíferos de los alrededores de Raqqa, pero la base estratégica estadounidense de Ash Shaddadi parece estar todavía en su sitio. Hasta hace poco, las tropas estadounidenses controlaban el yacimiento petrolífero más grande de Siria, al-Omar, en el noreste.
Ha habido acusaciones por parte de fuentes rusas de que mercenarios, reclutados por compañías militares privadas estadounidenses, entrenaron a milicias yihadistas como el Maghawir al-Thawra (“Ejército de las Tribus Libres”) para sabotear la infraestructura petrolera y gasífera siria y/o vender petróleo y gas sirio, para sobornar a los líderes tribales y financiar las operaciones yihadistas. El Pentágono lo niega.

El objetivo clave: El gasoducto
Como he argumentado durante años, Siria ha sido en gran medida una zona clave en la guerra del “Pipelineistan” —no sólo en términos de oleoductos dentro de Siria, y los EE.UU. impidiendo a Damasco comercializar sus propios recursos naturales, sino sobre todo en torno al destino del gasoducto Irán-Iraq-Siria, que fue acordado en un memorando de entendimiento firmado en 2012.
A lo largo de los años, este gasoducto ha sido siempre una línea roja, no sólo para Washington, sino también para Doha, Riad y Ankara.
La situación debería cambiar drásticamente cuando los 200,000 millones de dólares que vale la reconstrucción de Siria, despeguen finalmente después de que se haya concertado un acuerdo de paz general. Será fascinante ver a la Unión Europea —después de que la OTAN tramara durante años una operación de cambio de régimen de “Assad debe irse”— cortejar a Teherán, Bagdad y Damasco con ofertas financieras para su gas.
La OTAN apoyó explícitamente la ofensiva turca “Operación Primavera de Paz”. Y aún no hemos visto la última ironía geoeconómica: El miembro de la OTAN, Turquía, que pretendía tener sueños neo-otomanos, abrazó alegremente la hoja de ruta de Irán-Iraq-Siria, apoyada por Gazprom, la gigantesca petrolera rusa, para la construcción de un oleoducto.

Pepe Escobar es un analista geopolítico independiente, escritor y periodista. Escribe para The Roving Eye, Asia Times Online, y trabaja como analista para RT, Sputnik News y Press TV. Anteriormente trabajó para Al Jazeera.

Fuente: https://www.asiatimes.com/2019/10/article/vladimir-putin-syrias-pacifier-in-chief/
Traducción: A. Mondragón

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