Xi vence a Trump dándole apenas un par de promesas

A pesar de sus alardes, Trump se derrumbó ante el líder chino que, después de ver como las amenazas contra Huawei se disolvían, solo entregó a cambio la promesa de seguir negociando sin cambiar un milímetro su postura.
Por Jonathan Manthorpe
A las 2:50 de la mañana del 2 de marzo de este año, Trump tuiteó en Twitter que “Las guerras comerciales son buenas y fáciles de ganar”. Cuando el presidente Xi viajaba de regreso a casa desde la cumbre del G20 en Osaka, Japón, el fin de semana pasado, bien podría haber estado sonriendo y canturreando para sí mismo: “Sí, efectivamente. Sí, efectivamente”.
Al final de la reunión de 80 minutos entre los dos líderes, en los márgenes de la cumbre, Trump terminó por hacer importantes concesiones a Xi, apaciguando la guerra comercial entre las dos principales economías del mundo. Mientras que el presidente chino no ofreció nada, excepto la promesa de comprar más productos a los agricultores de Estados Unidos.
En situaciones como esta, un patrón de comportamiento de Trump bien establecido es idear rápidamente una distracción dramática, cuando se da cuenta de que ha quedado en ridículo, ha sido superado, está a punto de ser confrontado con un comportamiento pasado inconsciente, o ha dicho una mentira monumental.

La diversión de Corea del Sur
Después de la reunión de Xi, la táctica de distracción de Trump fue su tweet invitando al líder norcoreano, Kim Jung Un, a que se reuniera con él “solo para darle la mano y decir Hola” en la zona desmilitarizada que divide la península coreana.
El circo funcionó, como suele ser para Trump aupado por el Ministerio de la Propaganda. La atención pública pasó rápidamente de la gris reunión con Xi a la alegre, pero esencialmente oportunista, foto de dos hombres en trajes aflojados y con los peores peinados del mundo, realizando un kafkaesque pas de deux con el telón de fondo de uno de los más horribles templos de la guerra fría.
Pero el teatro circense pasó sin pena ni gloria, mientras que las consecuencias de la reunión Trump-Xi aún quedan, y para largo tiempo.

La lista de alardes de Trump
Los dos líderes entraron a la reunión luego de que Trump había señalado a China como el principal culpable del malestar económico, comercial y manufacturero de EE.UU., desde el inicio de su régimen. Además utilizó su poder ejecutivo para imponer un impuesto del 25% sobre las importaciones chinas, con un valor aproximado de $250 mil millones anuales, y amenazaba con imponer otros $300 mil millones anuales.
Trump también había apuntado a Huawei Technologies, la principal compañía de tecnología de comunicaciones de China, que está lista para dominar el mercado mundial en tecnología 5G. En mayo, Trump emitió otra orden ejecutiva que prohibía a las empresas estadounidenses renegociar con Huawei, cuando la licencia de la empresa con el Departamento de Comercio de los EE.UU. expire en agosto.
Tras el acecho contra Huawei está la creencia de que las agencias de seguridad de EE.UU., de que los equipos de Huawei pueden ser utilizados por las agencias de espionaje de Beijing, por lo que es una amenaza para la seguridad nacional de EE.UU. En este contexto, Washington ha indicado a sus principales socios de inteligencia –el Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda– que no deben permitir que los equipos de Huawei sean utilizados en sus redes nacionales de comunicaciones si desean que la alianza continúe. Australia y Nueva Zelanda han acordado. Canadá y el Reino Unido están vacilando.
La principal respuesta de Xi a los embargos de Trump ha sido reducir la importación de productos agrícolas de EE.UU., sabiendo que estos provienen principalmente de los estados que votaron por Trump en el 2016 y cuya lealtad él debe retener si quiere ser reelegido el próximo año.

La ignorancia económica de Trump
Pero Beijing entiende muy bien la ignorancia supina de Trump sobre la economía, y es que son los consumidores estadounidenses, no los productores chinos, quienes van a pagar los aranceles de importación de $250 mil millones en productos chinos. Una familia estadounidense promedio pagará $831 este año por las tarifas de Trump, y las embargos hipotecarias se han disparado en todo el Medio Oeste agrícola, a pesar del paquete de “ayuda comercial” de $28 mil millones en subsidios de Trump.
Trump también comenzó la reunión con Xi con los halcones que respiraban fuego sobre su hombro, como Peter Navarro. Navarro y otros ven la confrontación con Beijing como mucho más que una guerra comercial. Lo ven como la primera partida de un duelo para ver quién va a ser la superpotencia global dominante en las próximas décadas. (Aunque ya deben saber que llevan varios duelos perdidos.)
Con ese fin, los centuriones de Trump quieren usar las negociaciones comerciales para eliminar algunos de los fundamentos clave del estado regido por un partido único —el Partido Comunista Chino. Están exigiendo el fin del sistema capitalista guiado por el estado de Beijing, porque esto favorece a las empresas estatales, limita severamente el acceso del mercado a los extranjeros, considera que toda propiedad intelectual extranjera es un objetivo legítimo de robo y ve todas las demandas de transparencia regulatoria como una intrusión inaceptable en los asuntos internos de China.

Los alardes se hicieron humo
Trump se derrumbó totalmente en su reunión con Xi.
Los $300 mil millones adicionales en aranceles no se impondrán, porque Xi acordó reanudar las negociaciones comerciales, cuya última ronda se rompió hace dos meses.
A cambio, el presidente chino solo acordó importar más productos agrícolas de Estados Unidos. Esto ayudará a Trump a decirles a los votantes que ha cumplido su promesa de la campaña del 2016 de reducir el déficit comercial, lo cual será otra mentira monumental. Pero será difícil para él disimular el hecho de que, a pesar de su guerra comercial contra China, el déficit comercial general de Estados Unidos ha aumentado de $552 mil millones en el 2017 a $621 mil millones el año pasado.
Y es poco probable que los agricultores de soja de EE.UU., el principal objetivo de los aranceles de represalia de Xi, recuperen toda la parte del mercado chino que han perdido. Los compradores chinos ya han hecho otros acuerdos con los productores en Europa del Este y América del Sur.

Retrocedido en Huawei
Pero la capitulación más simbólica fue el acuerdo de Trump de recular con sus amenazas contra Huawei. Aparentemente, bajo la presión de los cabilderos de los fabricantes de tecnología de telecomunicaciones de EE.UU. (que perderían decenas de miles de millones de dólares en negocios), Trump dijo que pueden vender sus componentes a Huawei “donde no existe un gran problema de emergencia nacional”.
El retroceso de Trump en Huawei provocó indignadas reacciones en el Congreso, incluidos los senadores republicanos Marco Rubio y Lindsey Graham, quienes lo acusaron de negociar la seguridad nacional en aras del comercio.
El retroceso en el caso de Huawei es música para Xi, cuyo régimen considera a la compañía como la aerolínea de bandera para su visión “Hecho en China 2025”. Esto hace que China se convierta en la potencia tecnológica global dominante a mediados de la próxima década.
Muchos países que se sintieron atraídos por la tecnología de red de Huawei debido a sus precios competitivos, pero que se mostraron reticentes debido a las advertencias de seguridad de Washington, tomarán el retroceso de Trump como un avance… para los chinos.

El retraso para Xi es la victoria
Aun así, Xi tiene que dirigir a China a través de tiempos económicos difíciles, con tasas de crecimiento en descenso y muchos inversores extranjeros que están trasladando sus instalaciones de producción a otras partes de Asia y África, donde los costos son más bajos. (Aunque para eso, precisamente, están las Nuevas Rutas de Seda, como parte de la arquitectura de un Nuevo Sistema Mundo Euroasiático.)
El presidente chino evitó nuevas interrupciones al acordar aumentar las compras de productos agrícolas estadounidenses y reanudar las negociaciones comerciales formales. Con estas concesiones menores, Xi pudo desviar la atención de Trump de las demandas de los halcones estadounidenses, de que Pekín reconstruya su economía desde cero y de una manera que amenace la supervivencia en el poder del Partido Comunista de China (lo que obviamente no sucederá.)
Esas demandas pueden surgir nuevamente cuando se reanuden las negociaciones. Pero para Xi las negociaciones son un vehículo para seguir jugando con el cachorrito que ladra y seguir retrasando cualquier acuerdo significativo para Trump, y el retraso para Xi es la victoria.

Jonathan Manthorpe es el autor de “Forbidden Nation: A History of Taiwan” y ha sido corresponsal extranjero y columnista de asuntos internacionales durante casi 40 años, en los cuales ha sido corresponsal en Europa y Hong Kong.

Fuente: https://www.asiatimes.com/2019/07/article/xi-trumps-trump-with-just-minor-concessions/
Traducción: A. Mondragón

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