Aunque usted No lo Crea: Un Kennedy desvela a la Gran Cábala y llevará a un Republicano a la Casa Blanca… y la Gran Conmoción vendrá

¿Quién es el Judas?

El hijo de Bob Kennedy, asesinado en 1968, se adhirió a Donald Trump. Sin ahorrar adjetivos, desnudó el poder de la Gran Cábala, oculto detrás de Kamala Harris del Partido Demócrata. Ahora, así como lo fueron su padre y tío, JFK, es el primero en la fila de las posibles víctimas de los halcones neoconservadores de la guerra, para crear una conmoción y así ocultar el derrumbe del Imperio. La Gran Cábala se juega hasta los dientes de oro en la elección presidencial en Estados Unidos. China, Rusia y los BRICS siguen con atención el proceso, lo cual tendrá implicaciones globales: el cambio del eje del Sistema-Mundo. Nada queda suelto.

Por Wilder Buleje y Alexandr Mondragón
Robert F. Kennedy Jr. (RFK Jr.) enfocó con potentes reflectores a los halcones neoconservadores de la guerra del Estado Profundo y, ese atrevimiento, lo expone a una respuesta aún desconocida. Lo único cierto es que el hijo del ex fiscal y senador del mismo nombre (hace seis décadas), renunció a su campaña presidencial y asestó un golpe al legado político de su familia, el Partido Demócrata, al manifestar su apoyo irrestricto al candidato del Partido Republicano, Donald Trump. ¿Alguien se atrevería a llamarlo el Judas de los Demócratas?
Sea cual fuera el apelativo que ahora le asignen, lo único cierto es que el hijo de Bob Kennedy, asesinado en 1968 mientras buscaba la nominación como candidato demócrata, sabe muy bien que ahora puede estar en el centro de atención de quienes fabricaron el intento de asesinato de Donald Trump hace algunas semanas y, solo para hacer un ejercicio de memoria histórica, son los herederos de aquellos que eliminaron a su tío John F. Kennedy en 1963, mientras ejercía la presidencia de Estados Unidos.

Los Amos del Universo
¿Quiénes son los halcones neoconservadores norteamericanos? Figuran en la primera línea de los empleados de la Gran Cábala. Entre ellos aparecen los descendientes de los magnates que, seis décadas después de haber bebido de los brebajes del poder magnánimo de estar en el eje del Sistema Mundo, perdieron sus asientos en el directorio principal y creen que algún día pueden ingresar al círculo más íntimo de quienes, hasta ahora, han decidido los destinos del mundo occidental.
Para graficarlo en términos más sencillos. Pensemos en la Gran Cábala como una exquisita y selecta Liga Premier. No más de cien miembros. Un directorio con algunos representantes de la nobleza europea, descendientes de la vieja banca usurera asentada en Europa occidental y en América del Norte (Estados Unidos y Canadá).

La Primera División
Debajo de ese directorio está la línea ejecutiva. Los empleados más relevantes de la Gran Cábala. Una especie de Primera División integrada por presidentes y ex presidentes, jefes y ex jefes de Estado, militares de alto rango, titulares y ex titulares de organizaciones internacionales (FMI, Banco Mundial, ONU, OTAN, etc.). En este segmento están ubicados los halcones neoconservadores de la guerra al servicio del Complejo de la Industria Militar, ellos y sus antecesores, desde finales de la II Guerra Mundial. Defienden su posición porque son los principales beneficiarios del ‘chorreo’ que genera la Liga Premier.

Los megamagnates de papel
Un escalón más abajo, en la II División, están los magnates y megamagnates de papel (la bolsa de valores de Wall Street), es decir aquellos que figuran en listas tipo Forbes, para vendernos la idea de que “así funciona el capitalismo de mercado”, que poseen empresas de alta rentabilidad, pero sin poder político, carecen de influencia en las grandes decisiones y, sobre todo, dependen del dinero que chorrea desde la Fed y es “invertido” en sus empresas globales –su riqueza depende de cuanto, los de la Liga Premier, inviertan o desinviertan en sus acciones. A este grupo pertenece Donald Trump y otros multimillonarios de alto perfil, que desean ascender, por lo menos, a la Primera División.
Trump ya sabe de qué se trata este asunto. Fue presidente de Estados Unidos, estuvo sentado en la Oficina Oval, pero jamás tuvo poder por encima de los dictados de la Gran Cábala. A duras penas pudo neutralizar a algunos sectores de la Primera División. Ahora va por su revancha.

Un 10% para inclinar la balanza
El respaldo de Robert Kennedy Jr., puede ser decisivo en la contienda contra la candidata del Partido Demócrata, Kamala Harris. RFK Jr. tiene, según las encuestas, el 10% de los votos. No son muchos, pero pueden ser críticos en un puñado de estados indecisos (que determinen la elección) y que –porque las habas de las transas electorales se cuecen por todos lados– pueden servir como excusa para los fraudes de las papeletas electorales, allí donde las diferencias de votos sean mínimas.
Trump salvó la cabeza, aunque perdió un poco de oreja, durante una emboscada en Butler, Pensilvania. Ahora quien se puso el “bull” en el pecho es RFK. La exposición a la que sometió a los enemigos del candidato republicano será un poderoso estímulo para buscar acallarlo para siempre. ¿Será que, sin tener nada que perder, querrá inmolarse en nombre de la “democracia”? Todo es posible, no solo si tiene alma de “héroe”, sino también porque puede haber sido empujado por los manipuladores del poder o por asuntos familiares.

La Gran Cábala existe
Kennedy, además de presentar en sociedad a los empleados de la Gran Cábala y retarlos en público, con el discurso que dio al ofrecer su respaldo a Trump, también despejó varias dudas. La primera de ellas, la existencia misma de esa agrupación. Durante décadas esquivaron las revelaciones de personajes de todo calibre y los encasillaron en la esfera de la Teoría de la Conspiración. Al propio coronel US Air Leroy Fletcher Prouty, uno de los primeros en denunciar el manejo extra gubernamental de Estados Unidos, hace más de medio siglo, lo silenciaron y trataron de minimizar los alcances de “El Equipo Secreto”, el libro que, precisamente, desnudaba a los autoproclamados dueños de Occidente.
Ahora no hay ninguna duda del pulso vital de la Gran Cábala (el nombre viene de una expresión de Winston Churchill, sobre los pesos pesados del Cabildeo mundial). Robert Kennedy posee el peso familiar, intelectual y político para sostener una afirmación como esa. No por nada su padre y su tío fueron, precisamente, eliminados por presentar un reto a la Gran Cábala. Eran un estorbo a los sueños imperiales y hegemónicos de la Liga Premier.

A la yugular de los adversarios
Segundo. Algunos integrantes de Primera División reaccionaron con vehemencia poco después de la postura de RFK. Apenas unas horas después, uno de los propietarios de Telegram (una plataforma de mensajería al estilo de WhatsApp), el ruso Pavel Durov, fue detenido en Francia, el país del petit roi, Emmanuel Macron, la cara europea más visible de esa categoría de servants de la Gran Cábala. ¿Por qué? Las redes sociales son un elemento clave en la guerra de la información y someter a un aliado de los “rebeldes”, es parte de la Guerra Híbrida.
Tercero, Kennedy no solo fue con un mensaje verbal directo a la yugular de los adversarios de Trump, también busca –en este punto– no solo adherirle el 10% de respaldo del electorado estadunidense, como ya se ha señalado previamente, sino también abrir el debate hacia un tema que, nunca antes, se ha dado entre dos candidatos principales a la presidencia: Un ataque directo a los halcones de la guerra –aunque selectivo, porque RFK Jr. pide la paz en Ucrania, pero no ha dicho nada sobre el genocidio en Gaza, donde él apoya abiertamente a Israel.

Sin pelos en la lengua
Solo para graficar el calibre del discurso de RFK, reproducimos sus apreciaciones sobre el conflicto ruso-ucraniano: “El complejo militar-industrial nos ha proporcionado una justificación familiar de cómic, como lo hacen con cada guerra. Este es un noble esfuerzo para evitar que un supervillano llamado Vladimir Putin invada Ucrania y para frustrar su marcha hitleriana a través de Europa. De hecho, la pequeña Ucrania es un representante en una lucha geopolítica iniciada por las ambiciones de los neoconservadores estadounidenses por la hegemonía global estadounidense”.
Kennedy también precisó la razón por la cual abraza la causa de Trump: “El presidente Trump dice que reabrirá las negociaciones con el presidente Putin y pondrá fin a la guerra de la noche a la mañana. Esto por sí solo justificaría mi apoyo a su campaña”.

Denuncia radical y despiadada
David Goldman, Spengler, uno de los más lúcidos analistas de la nueva realidad estadounidense, realiza estos apuntes: “El discurso de Kennedy Jr. fue una acusación contra la élite de la política exterior estadounidense por arrastrar deliberadamente a Rusia a la guerra de Ucrania, con el objetivo de un cambio de régimen. Ningún político de prestigio se ha enfrentado al establishment de manera tan integral. Trump dijo en un podcast en junio pasado que los planes de expansión de la OTAN provocaron la guerra. La denuncia de Kennedy Jr. fue minuciosa, radical y despiadada”.
Trump ha ganado un nuevo peón entre sus piezas. Y conociendo como actúa el gran megalómano, es muy factible que lo usará —y quien sabe si lo sacrificará— para regresar a la Casa Blanca. En este contexto, es muy probable que RFK sea un blanco apetitoso para quienes sucedieron a aquellos que se ensañaron con el Clan Kennedy desde la década de 1960, cuando John Fitzgerald intentó neutralizar las dos tenazas con las cuales sujetaron el poder de la gran nación americana: desligarse de la Reserva Federal y reducir el poder y la influencia de la CIA dentro del Estado Profundo —que maneja la estrategia y la acción geopolítica y militar de EE.UU., sin importar quién este sentado en la Oficina Oval de La Casa Blanca.

Lo que podemos esperar
¿Cómo reaccionará la campaña electoral de Kamala Harris o, mejor dicho, los amos que gobiernan su candidatura? Lo que podemos esperar, de entrada, es una feroz avalancha de los grandes medios —aka el Ministerio de la Propaganda— contra RFK, Jr., a través de críticas mordaces y despiadadas. Pero eso es lo de menos. La clave estará en ver qué tanto influye su apoyo en los estados indecisos: Arizona, Georgia, Michigan, Nevada, Carolina del Norte, Pensilvania y Wisconsin.
Si la balanza empieza a inclinarse a Trump en estos estados, entonces, como se ha escrito antes, los demócratas y la propia Gran Cábala se prepararán para un triunfo de Trump. El objetivo: adjudicarle la responsabilidad de los despropósitos económicos acumulados durante décadas y que están a punto de implosionar sí, como la Gran Eurasia está cocinando a través de los BRICS, comience con un proceso acelerado de la desdolarización. Pero si Harris retoma la ventaja, el peón puede ser sacrificado y LA GRAN CONMOCIÓN comenzará a tomar forma.

Más allá de la Gran Cábala
Tampoco debemos olvidar que estamos en un contexto de cambios profundos, que trascienden a los deseos de la Gran Cábala. Después de 500 años, una fuerza indetenible —desde la Gran Eurasia— está en marcha para cambiar el eje del Sistema-Mundo y la historia. Como lo predijo el sociólogo estadunidense Immanuel Wallerstein, hace tres décadas, un Nuevo Sistema Mundo debía emerger para reemplazar al oxidado Sistema Mundo Occidental.
Ese movimiento telúrico apenas está empezando con la presencia cada día más notoria de China en el concierto internacional, junto con Rusia, en una alianza simbiótica sin precedentes en la historia mundial, quienes están demostrando que si la Primera División quiere llevar la pelea a terrenos bélicos, también están preparados. Junto a ellos, o con ellos, están los países del BRICS plus, del sur global, que desea un crecimiento económico bajo términos de equilibrio e igualdad y están dispuestos a ser parte de un nuevo club financiero y monetario que, parafraseando la canción de Ricardo Arjona, hará que el Norte sea como el Sur.

La gran elección del siglo
La elección de noviembre próximo en Estados Unidos será la elección del siglo porque, gane quien gane, habrá que prepararse para una gran conmoción. Que gane Kamala Harris, a decir verdad, es algo que no le interesa a la Gran Cábala y menos a los caciques del Partido Demócrata —servants de la Gran Cábala— porque tendrán que asumir la responsabilidad de la gran crisis económica que se avecina. Lo más plausible es una victoria de Trump y, a partir de entonces, el escenario quedará listo para la GRAN CONMOCIÓN, donde los ciudadanos de Estados Unidos, que siempre estuvieron al margen de las grandes decisiones, enfrentarán las crudas consecuencias.
Estamos en la antesala de un momento que no volverá a repetirse en varios siglos por delante. El mundo ya soportó muchas guerras en estos pasados cinco siglos. Generar un conflicto con el arsenal nuclear a disposición solo sería la última trastada de quienes tienen la condición de personas pero carecen del mínimo sentido de humanidad.

Hay que oír a los orientales
Que la divinidad, cualquiera sea la idea que tengamos de ella, se imponga alguna vez en beneficio de nuestra especie. Sería el detalle de sensatez con el cual empezaría un nuevo capítulo en nuestra atormentada historia universal.
Como dice una frase del “Wen Tzu” que refleja la filosofía del buen gobierno: “Cuando los gobernantes son sabios y justos, el pueblo vive en armonía. El buen gobierno es como el agua, que beneficia a todas las cosas sin competir con ellas”. Esta frase encapsula la idea de que un gobierno efectivo es aquel que guía con sabiduría y justicia, fomentando la paz y el bienestar entre las personas sin imponer su poder de manera opresiva.
Lo opuesto es: “Cuando los gobernantes son egoístas y ambiciosos, el pueblo sufre y el caos prevalece. El mal gobierno es como una tormenta violenta que destruye todo a su paso”. Esta frase destaca cómo el liderazgo corrupto y codicioso puede llevar al sufrimiento y la desintegración social, comparándolo con una fuerza destructiva que trae desorden y miseria. Ya están advertidos.
Que lo primero prevalezca. Amén.

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