El colapso del sistema financiero y la inflación concomitante, son las principales causas de lo que se está convirtiendo rápidamente en una crisis global. El mundo tal como lo conocemos se verá muy diferente en los próximos años, pero ese futuro no lo decidirán los globalistas. Lo determinante será la rapidez con que las masas se levanten y reconozcan al enemigo común de la humanidad, que se encuentra mucho más cerca de casa, en Davos, Bruselas y Washington.
Por Eamon Mc Kinney
¿Parece que vives en una película de ciencia ficción que viste cuando eras más joven? El mundo de hoy aparece ante una colección de clips de ese género de series que presagiaba un futuro distópico y oscuro para la humanidad. Economías colapsadas, disturbios por alimentos, una policía brutal y militarizada, vigilancia total y un Ministerio de la Propaganda cada vez más implacable y absurda.
Ya no es un escenario futuro, esto está sucediendo ahora en más de 100 países en todo el mundo. Dado que más de 90 países están ahora muy cerca de dejar de pagar sus deudas, algo realmente peligroso, podemos esperar que las protestas sociales se extiendan e intensifiquen. La trágica situación en Sri Lanka es un presagio de lo que está por venir.
No hay una escasez real
La escasez de alimentos y energía está dañando aún más las economías que ya fueron devastadas por la estafa del Covid. En verdad, no hay escasez real ni de alimentos ni de energía. Son el colapso del sistema financiero y la inflación concomitante las causas principales de lo que se está convirtiendo, rápidamente, en una crisis global.
El Ministerio de la Propaganda culpará a muchas causas y culpables de lo que se avecina, pero es necesario reconocer que todos estos problemas se remontan a una sola fuente. Y, nada de esto es casual, es un movimiento más en el plan de los Globalistas para el “Gran Reinicio”. Si el Covid fue la fase uno, la Alimentación es la fase dos.
Destruyendo las economías
El Gran Reinicio requiere la destrucción de las economías y las sociedades tal como las conocemos. Para los globalistas —o los mensajeros de los Amos del Universo— se trata de mantener el control tras el inevitable y probablemente inminente colapso del sistema financiero neoliberal. Someter a la población mundial al hambre y a la sumisión, parece ser una parte obvia de ese plan. Este es un futuro en el que aquellos que no sean asesinados por el Covid, estarán comiendo insectos. Lo que se habría considerado una teoría de conspiración salvaje hace solo unos meses ahora es difícil de negarlo.
Plan deliberadamente criminal
Los incendios en más de 100 plantas de procesamiento de alimentos en Estados Unidos, la escasez de alimentos para bebés y la negativa deliberada a reiniciar los abundantes recursos energéticos domésticos de Estados Unidos, son indicios de la naturaleza deliberada —y criminal— de este plan. La primera acción de Biden tras asumir la presidencia fue cerrar el oleoducto de Canadá. Sin energía asequible no hay fertilizante, sin fertilizante no hay agricultura. Los agricultores estadounidenses se han sentido presionados para no cultivar desde que Biden asumió el cargo.
Diariamente parece que el gobierno de Biden está promulgando nuevas medidas para exacerbar aún más el problema. California, por ejemplo, ha promulgado una nueva ley que impide que los camioneros independientes accedan a los puertos de California. Ellos constituyen la mayoría de los camioneros y esto solo servirá para crear más caos en la cadena de suministro, como se vio en los puertos de Los Ángeles el año pasado. El caos se prolongó durante meses y fue la causa de una mayor destrucción de miles de empresas pequeñas que no podían conseguir existencias. La incompetencia por sí sola no puede explicar esto.
“Reestableciendo el plato”
Como con la mayoría en la agenda de los globalistas, esto tomó años en desarrollarse. La Fundación Rockefeller apoya firmemente al WEF (Foro Económico Mundial, si no lo fueran, no existiría). Desde el 2020, la fundación ha estado escribiendo sobre “restablecer el plato”. Esto es lo que significa. El control total del suministro de alimentos por parte de las principales multinacionales agrícolas. El líder Bill Gates es ahora el mayor propietario de tierras de cultivo en Estados Unidos y está comprando más rápidamente. Está invertido en leche para bebés y hay escasez de leche para bebés, está invertido en tierras de cultivo y hay escasez de alimentos, está invertido en vacunas y hay una pandemia y se prometen más pandemias. ¿Ves un patrón aquí?
El último poder de los Amos
El títere de Rockefeller y cómplice globalista desde hace mucho tiempo, Henry Kissenger, dijo hace más de 30 años: “Quien controla el suministro de alimentos controla a la gente; quien controla la energía puede controlar continentes enteros; quien controla el dinero puede controlar el mundo”. Los globalistas ya no controlan el sistema monetario mundial, los sistemas alternativos impulsados por China y Rusia los han despojado de ese monopolio. Ya no controlan la energía mundial, como lo demostraron recientemente Rusia y Arabia Saudita. Todo lo que les queda es la comida con la que controlar las poblaciones.
Todos han visto las protestas de los granjeros en los Países Bajos contra la apropiación de tierras propuesta por el gobierno, bajo el pretexto de cortar los fertilizantes nitrogenados. El sector agrícola holandés está compuesto principalmente por pequeñas familias de agricultores multigeneracionales. No aceptarán el cambio, a su protesta se han sumado agricultores de todo el mundo que se enfrentan a las mismas amenazas.
Para eliminar los fertilizantes
Esta pretensión de eliminar los fertilizantes químicos —que le confiere un gran poder a Rusia— es parte del plan ONU 2030 y del Gran Reinicio. Cualquier noción de que —esta eliminación— podría producir productos a niveles sostenibles se ha hecho añicos por los resultados vistos en Sri Lanka y Ghana. Ambos países fueron presionados para eliminar los fertilizantes químicos a cambio de incentivos, lo cual hicieron. Ahora esos sectores agrícolas, que alguna vez fueron productivos, han sido devastados, obligando a estas naciones, que alguna vez fueron autosuficientes, ahora tengan que importar alimentos con divisas que ya no tienen.
Los globalistas prefieren moverse lentamente, implementando sus planes de forma incremental y así pasar desapercibidos para las masas. Sin embargo, el tiempo no está de su lado, el invierno llegará pronto a Europa y se sentirán todos los efectos del absurdo y autodestructivo embargo del petróleo y gas rusos. El mundo occidental no puede reemplazar el petróleo y el gas necesarios que alguna vez obtuvo de forma asequible de Rusia. Más allá de la agricultura, los hogares no tendrán calefacción, la industria se verá obligada a cerrar y la inflación hará que las necesidades básicas de la vida sean inasequibles para la mayoría de las personas. Los Globalistas muy pronto sentirán toda la ira de los “consumidores inútiles” a quienes les gustaría eliminar.
La fantasía verde imperialista
Antes de las actuales protestas de los agricultores, muchos desconocían el WEF o las realidades del propuesto “Nuevo Acuerdo Verde” descrito en la Agenda 2030 de la ONU. Esta fantasía imperialista está siendo entendida ahora por un número cada vez mayor de personas y, al margen de un puñado de uniformados alarmistas climáticos e ideólogos, nadie está de acuerdo. Los globalistas han exagerado seriamente y subestimado el poder y el sentido común de los “consumidores inútiles”.
El mundo tal como lo conocemos se verá muy diferente en los próximos años, pero ese futuro no lo decidirán los globalistas. Lo determinante será la rapidez con que las masas se levanten y reconozcan al enemigo común. Rusia no es el enemigo de los pueblos europeos, ni China, el enemigo común de la humanidad se encuentra mucho más cerca de casa, en Davos, Bruselas y Washington.
La arrogancia de los Amos
No hay que temer a los globalistas. Sus acciones son ridículas y cada vez que hablan se exponen más. El hecho de que pensaron que podrían forzar al mundo a aceptar el Gran Reinicio, muestra cuán separados están de la realidad. La arrogancia mostrada por Klaus Schwab y el WEF al explicarnos cómo es el futuro que han decidido, marcará el comienzo de su caída. Están perdiendo y su agenda está fallando, si no fuera así, ya habrían ganado. Y, para los globalistas que parecen estar tomando sus ideas de las películas de ciencia ficción, en Los Juegos del Hambre, la gente gana y las élites no tienen dónde esconderse.
El Dr. Eamon McKinney es un eminente sinólogo con más de 40 años de participación en negocios extranjeros en China. Él es C.E.O. y fundador (1985) de CBNGLOBAL, su empresa ha gestionado más de 300 proyectos importantes entre China y el extranjero. Vive en Qingdao, China.
Fuente: https://www.strategic-culture.org/news/2022/07/20/the-great-reset-phase-2-the-hunger-games/
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