
Los jóvenes nacidos en la revolución digital no conocen la libertad. Están tan entusiasmados con sus aparatos electrónicos y aplicaciones indispensables, y tan contentos con su auto-aislamiento en la realidad virtual, que (para ellos) la libertad significa la capacidad de pulsar botones para buscar o emitir imágenes y simplemente entretenerse.
Paul Craig Roberts
Muchos han expresado su preocupación por el hecho de que el coronavirus se utilice, como lo fueron el 11-S y la falsa “guerra contra el terrorismo”, para ampliar aún más la distopia del estado policial estadounidense. Pero, a pesar del 9/11 y el Covid-19, ya estábamos condenados a una existencia controlada por la revolución digital.
La revolución digital proporciona al gobierno y a las corporaciones una capacidad ilimitada e irresponsable de espiar y controlar a las poblaciones. Cada palabra, acto y movimiento de la gente puede ser rastreado y se puede construir un expediente de “crédito social” para ellos. China ya tiene un sistema de control de este tipo. Aquellos cuyos perfiles están fuera de los parámetros aceptables no pueden funcionar en la sociedad normal, quedando bloqueados sus pasaportes, sus permisos de conducir, el empleo y las actividades reservadas a los que tienen una puntuación de crédito social aceptable.
La privacidad ya no existe
Existe y está disponible la tecnología que permite crear videos de personas que hablan palabras que nunca han dicho. Estos pueden ser usados para arruinar a la gente en los medios sociales y para condenarlos falsamente en los juicios. La privacidad ya no existe a pesar de los interminables “avisos de privacidad”, y la gente no tiene control sobre su persona.
Incluso los pensamientos no expresados de una persona están bajo el asalto de las tecnologías de lectura de mentes. Una vez que el papel moneda se haya reducido al dinero digital, el acceso de una persona a sus fondos puede ser cortado en cualquier momento. La independencia financiera dejará de existir para quienes no cumplen.
La cruel broma del Internet
El resultado de la revolución digital es completamente diferente a la ingenua creencia de que Internet abrió la libertad comunicativa que aseguraría la libertad. Esta creencia resultó ser un cruel broma. Las propias empresas de tecnología y medios sociales se dedican a la censura de explicaciones, llamadas “teorías de conspiración”, que difieren de las explicaciones oficiales o permisibles, o utilizan palabras que los grupos privilegiados consideran “ofensivas”. La verdad misma se ha convertido en una “teoría de la conspiración”. La historia factual es inaceptable para la política de identidad y está siendo reemplazada por una historia falsa, como el Proyecto 1619 de The New York Times.
Lo que extirpa la revolución digital
Es cierto que el adoctrinamiento es parte de la inculturación, y cada época ha tenido que luchar por la verdad. Siempre han existido intereses cuyas agendas se sirven de la falsedad. Pero para los decididos, era posible desafiar y exponer las falsedades. Esa posibilidad es lo que extirpa la revolución digital.
La tecnología actual ha superado lo que se describe en la distopia de George Orwell, 1984. Los intereses de la élite Occidental es la agenda global. Todas las herramientas que el Gran Hermano necesita ya existen y están en camino de implantarse a escala global.
Los que no conocen la libertad
Los jóvenes nacidos en la revolución digital no conocen la libertad. Están tan entusiasmados con sus aparatos electrónicos y aplicaciones indispensables, y tan contentos con su auto-aislamiento en la realidad virtual que, para ello, la libertad significa la capacidad de pulsar botones para buscar o emitir imágenes y simplemente entretenerse. Los amos no tienen que quitarles la libertad, porque simplemente no la tienen. Nunca la tuvieron. De hecho, nunca la conocieron ni supieron cuáles eran sus requisitos.
Los bien recompensados técnicos que crearon los instrumentos de la opresión, están orgullosos de su contribución a la creación de una distopia del estado policial. Estos tontos presumidos son las sirvientas del estado policial.
Una sociedad que jugaba a ser Dios
Hace años leí un cuento de ciencia ficción sobre un padre y una madre preocupados por su hijo, porque se acercaba el periodo de las pruebas. Eran miembros de un pueblo que, de alguna manera, se había recuperado de una tecnología esclavizante. Para evitar que se repitiera, se instituyó la prueba de los jóvenes para eliminar a través del exterminio a quienes cuya inteligencia y aptitud podrían traer de vuelta la tiranía tecnológica. En su sociedad, no todas las formas de creatividad humana eran permisibles. Una sociedad tan llena de arrogancia que jugaba a ser Dios era inaceptable.
Paul Craig Roberts es un economista y autor estadounidense. Ha tenido carreras en el mundo académico, el periodismo, el servicio público y los negocios. Fue Subsecretario del Tesoro para la Política Económica durante el gobierno de Ronald Reagan. Es presidente del Instituto de Economía Política.
Texto original: https://www.paulcraigroberts.org/2020/04/24/the-digital-revolution-is-inconsistent-with-liberty/
Traducción: A. Mondragón
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