El concepto de las operaciones de “Banderas Falsas” se remonta a siglos atrás. Se consideró una treta legítima de los griegos y los romanos, cuando una fuerza militar pretendía ser amigable para acercarse a un enemigo antes de revelar sus verdaderas pretensiones e izar sus banderas reales —justo antes de lanzar un ataque. En las batallas navales del siglo XVIII entre España, Francia y Gran Bretaña, izar una bandera enemiga en lugar de la propia, para confundir al oponente, se consideraba un ardid de guerra legítimo, pero solo era “honorable” si izaba su bandera propia antes de entrar en combate.
Philip M. Giraldi
Las operaciones de bandera falsa de hoy en día, en general, son llevadas a cabo por agencias de inteligencia y actores no gubernamentales que incluyen grupos terroristas, pero solo se consideran exitosas si el verdadero ejecutor permanece en secreto. No hay nada honorable en ello, ya que su intención es culpar a una parte inocente por algo que no hizo. Y eso ha ocurrido últimamente en varios casos, al punto de haberse descubierto, a través de una filtración, que la Agencia Central de Inteligencia (CIA) ha desarrollado la capacidad de imitar las huellas dactilares de Internet de otros servicios de inteligencia extranjeros. ¿Qué significa esto?
Esto significa que cuando los medios anuncian noticias de que los rusos o los chinos han pirateado los sitios web gubernamentales de los EE.UU., o los sitios de grandes corporaciones, podría haber sido la CIA la que realizó la intrusión y la hizo parecer que fue realizada desde Moscú o Pekín. Dada esa capacidad, en los medios alternativos ha habido una considerable especulación de que fue realmente la CIA la que interfirió en las elecciones nacionales de Estados Unidos en el 2016.
Los supuestos ataques químicos
Las operaciones de banderas falsas también pueden estar involucradas en otros tipos de actividad. Los dos principales supuestos ataques químicos ocurridos el año pasado contra civiles sirios, que dieron como resultado de que el presidente Donald Trump y asociados lanzaran 160 misiles de crucero, son claramente operaciones de bandera falsa llevadas a cabo por los rebeldes y grupos terroristas que controlaban las áreas afectadas en ese momento. El ataque más reciente, reportado el 7 de abril, podría no haber ocurrido en absoluto de acuerdo con los doctores y otros testigos que estaban realmente en Douma. Debido a que los rebeldes lograron convencer a gran parte del mundo, de que el gobierno sirio había llevado a cabo los ataques, uno podría considerar que sus esfuerzos de fabricar una operación de bandera falsa han sido extremadamente exitosos.
Evitemos caer en el anzuelo
El remedio contra las operaciones de bandera falsa como el que acabamos de menciones es, por supuesto, evitar caer en el anzuelo y, en su lugar, esperar hasta que haya tenido lugar una inspección exhaustiva y objetiva de la evidencia. Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia no lo hicieron, prefiriendo responder a los informes histéricos de la prensa “haciendo algo”. Si la investigación de la ONU sobre el presunto ataque no revela nada, una posibilidad clara, es poco probable que se disculpen por haber cometido un crimen de guerra.
La otra gran bandera falsa que ha surgido recientemente fue la intoxicación de Sergei Skripal y su hija Yulia en Salisbury, en Inglaterra el 4 de marzo. Rusia no tenía motivos creíbles para llevar a cabo el ataque y, de hecho, tenía buenas razones para no hacerlo. Las acusaciones hechas por la Primera Ministra británica Theresa May sobre el supuesto de que el “agente nervioso” —usado en el ataque— sea “muy probable” de origen ruso han sido desacreditadas, en parte a través del examen realizado por el propio laboratorio de armas químicas del Reino Unido.
Hay que tener mucha cautela
May, bajo ataque incluso de su propio partido, necesitaba una buena historia y un poderoso enemigo para solidificar su propio control del poder, por lo que achacarle falsamente algo a Rusia parecía ser su único boleto, ya que Moscú difícilmente podría negar los “hechos” inventados en Londres. Desafortunadamente, May cometió un error y encendió el debate sobre sus acciones, que incluyó la expulsión de veintitrés diplomáticos rusos, lo que le causó graves daños. Ahora pocos creen que Rusia llevó a cabo el envenenamiento y hay un creciente ola de opinión que sugiere que en realidad fue una falsa bandera ejecutada por el gobierno británico o incluso por la CIA.
La lección que debe aprenderse de Siria y Skripal es que si “un incidente” parece que no tiene un motivo obvio, es muy probable que sea una bandera falsa. Es apropiado tener un poco de cautela al asignar la culpa, dado que la alternativa sería una respuesta precipitada y probablemente desproporcionada que fácilmente podría derivar en una guerra de disparos.
Traducción: A. Mondragón
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