Un ataque terrorista contra la integración euroasiática

Foto: Reuters

Por Federico Pieraccini
El asesinato del general iraní Qasem Soleimani en Bagdad, en la madrugada del 3 de enero por parte de las fuerzas estadounidenses, sólo pone de manifiesto hasta qué punto la estrategia estadounidense en Oriente Medio ha fracasado. Es probable que provoque reacciones que no beneficien a los intereses de Estados Unidos en la región.
Para comprender la importancia de este acontecimiento, es necesario reconstruir rápidamente los acontecimientos en Irak. Estados Unidos ha ocupado esa nación durante 17 años, tras su invasión en 2003. Durante este tiempo, Bagdad y Teherán han reestablecido los lazos, manteniendo un importante diálogo sobre la reconstrucción de la posguerra, así como reconociendo la importancia de la población chiíta en Iraq.

La Media Luna Chiíta
En dos décadas, Irak e Irán han pasado de declararse la guerra entre sí a cooperar en la llamada Media Luna Chiíta, favoreciendo la cooperación y el desarrollo comercial y militar del cuarteto compuesto por Irán, Irak, Siria y Líbano. Esos vínculos, tras las recientes victorias sobre el terrorismo internacional, se han consolidado aún más, lo que ha dado lugar a las conexiones terrestres actuales y previstas entre este cuarteto.
Los movimientos y organizaciones locales han estado pidiendo que las tropas estadounidenses abandonen el territorio iraquí con mayor vigor y fuerza en los últimos meses. Washington ha acusado a Teherán de incitar estas protestas.
Al mismo tiempo, grupos de dudosa procedencia, que han tratado de equiparar la presencia iraní con la estadounidense, han estado pidiendo la retirada de las Unidades de Movilización Popular (UPM) vinculadas a Irán de Irak. Las protestas de estos grupos parecen estar patrocinadas y financiadas por Arabia Saudita.

La escalada de provocaciones
Con acusaciones mutuas volando alrededor, Estados Unidos golpeó a una facción pro-iraní conocida como Kataib Hezbollah el 29 de diciembre. Este episodio provocó una serie de reacciones en Irak, que terminaron envolviendo a la embajada estadounidense en Bagdad, que fue asediada durante días por manifestantes enojados por los continuos ataques aéreos de las fuerzas estadounidenses.
El secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, culpó de esta situación volátil a Irán, advirtiendo que Teherán sería responsable de cualquier escalada de la situación que implicara a la embajada. La trama ya estaba anunciada.

Otro enredo al nudo gordiano
En la madrugada del 3 de enero de 2020, se añadió otro enredo al nudo gordiano que es el Oriente Medio. Qasem Soleimani fue asesinado cuando su convoy fue atacado por un avión teledirigido cerca del Aeropuerto Internacional de Bagdad. De este modo, los oponentes más eficaces del ISIS y del yihadismo wahabí en general, fueron eliminados por Estados Unidos en un acto terrorista llevado a cabo en un país extranjero en una zona civil (cerca del Aeropuerto Internacional de Bagdad). Sin duda, el champán fluyó inmediatamente al recibir esta noticia en el Congreso de Estados Unidos, en el Knesset israelí, en el palacio real de Riad y en Idlib entre los militantes de al Nusra y al Qaeda.
Queda por ver cuáles fueron las razones que llevaron a Trump a aprobar el asesinato de un líder tan influyente e importante. Ciertamente tenía la necesidad de demostrar a su base (y a sus financieros israelíes y saudíes) que está jugando activamente en su cruzada antiiraní. Pero hay otras razones que explican mejor las acciones de Trump y que están más relacionadas con la (decadente) influencia de Estados Unidos en la región; el juego de ajedrez geopolítico en Oriente Medio, que trasciende a cualquier líder o a cualquier ataque con aviones no tripulados.

Liberados del terrorismo Made in USA
En Siria, por ejemplo, la situación es extremadamente favorable para el gobierno de Damasco, siendo sólo cuestión de tiempo para que el país vuelva a estar bajo el control del gobierno central. El general Soleimani e Irán desempeñaron un papel central en la liberación del país del flagelo del terrorismo, un flagelo dirigido y financiado por los Estados Unidos y sus aliados regionales.
En Irak, la situación política es menos favorable a Estados Unidos ahora que en el 2006. Cualquier progreso en las relaciones entre Bagdad y Teherán se debe también al general Soleimani, quien, junto con las UPM y el ejército iraquí, liberó al país del ISIS (creado y alimentado por la inteligencia occidental y saudí, como lo reveló Wikileaks).
Parece que las sanciones de Estados Unidos contra Irán no han tenido realmente el efecto deseado, sino que sólo han servido para consolidar la posición del país contra el imperialismo. Como resultado, Estados Unidos está experimentando una crisis en la región, siendo efectivamente expulsado del Medio Oriente, en lugar de irse intencionalmente.

Los rusos y los chinos en acción
En esta situación extraordinaria y sin precedentes, los rusos y los chinos se ofrecen de diversas maneras como garantes militares, políticos y económicos del megaproyecto euroasiático emergente (los recientes ejercicios navales entre Pekín, Moscú y Teherán sirven como ejemplo tangible de este compromiso). Naturalmente, les interesa evitar cualquier conflicto regional prolongado que sólo sirva para echar una llave inglesa a los engranajes de su vasto megaproyecto euroasiático.
Putin y Xi Jinping se enfrentan a días difíciles en el futuro, tratando de aconsejar a Irán para evitar una respuesta excesiva que daría a Washington la excusa perfecta para una guerra contra Irán.
Las perspectivas de una región sin terrorismo, con una revigorizada media luna chiíta, liderada por Irán a nivel regional y acompañada por China y Rusia a nivel económico (con la Iniciativa del Cinturón de Carreteras o las Nuevas Rutas de Seda) y militar, ofrecen pocas esperanzas a Riad, Tel Aviv y Washington de poder influir en los acontecimientos de la región y es probable que éste sea el principal argumento que Putin y Xi Jinping utilizarán para intentar disuadir cualquier respuesta abierta iraní.

Se acaban las opciones de EE.UU.
La decisión de matar al líder de la Fuerza Quds en Irak sólo prueba una cosa: que las opciones disponibles para Trump y sus aliados regionales se están reduciendo rápidamente, y que las tendencias regionales durante la próxima década parecen irreversibles. Su única esperanza es que Teherán y sus aliados arremetan contra la última provocación, justificando así la guerra regional que sólo serviría para beneficiar a Washington, al frenar la unificación regional bajo el liderazgo iraní.
Debemos recordar que siempre que Estados Unidos se encuentra en una situación en la que no puede controlar un país o una región, su tendencia es crear el caos y finalmente destruirlo.
Al matar al general Soleimani, Estados Unidos espera causar estragos en la región para frenar o echar por tierra cualquier perspectiva de integración. Afortunadamente, China, Rusia e Irán son muy conscientes de que cualquier conflicto no redundaría en su propio interés.
Ningún misil lanzado por un avión teledirigido será suficiente para salvar a Estados Unidos de décadas de errores en la política exterior y sus horrores asociados; ni tampoco será suficiente para extinguir la memoria de la lucha incansable de un héroe contra el imperialismo y el terrorismo.

Federico Pieraccini es un escritor independiente, especializado en asuntos internacionales, conflictos, política y estrategias.

Texto original: https://www.strategic-culture.org/news/2020/01/06/a-terrorist-attack-against-eurasian-integration/
Traducción: A. Mondragón

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