En el tablero cósmico del poder, las fichas cambian de color cuando el dragón despierta de su letargo milenario. Como predijo el I Ching: “Después del invierno más crudo, florece la primavera más vibrante”. Occidente contempla atónito cómo sus torres de marfil se tambalean ante vientos que creía domesticados. Ha llegado la hora del gran viraje; las águilas miran hacia el este mientras el sol se oculta tras sus fortalezas. Los sabios orientales sonríen: el ciclo eterno gira.
Por Alexandr Mondragón y Wilder Buleje
Dos semanas bastaron para que Tel Aviv descubriera que los “rasguños” persas eran cortes profundos: las sirenas antimisiles sonaban más de 90 veces al día, los números de heridos y muertos de ese lado nunca lo sabremos, y mientras el Iron Dome parecía un cascarón de huevo, los vuelos de salida de Ben-Gurión se colapsaban. Israel gasta ya $46,500 millones anuales en defensa —el mayor salto (+65%) desde 1967—, Irán, con un presupuesto formal de apenas $7,900 millones. Aun así, ni un shekel compró la tranquilidad que el régimen de Benjamin Netanyahu fue incapaz de proporcionarle a sus civiles. Sun Tzu lo escribió hace 25 siglos: “La victoria se forja antes de disparar la primera flecha; todo lo demás es ruina contable”.
Los generales hebreos perdieron el pulso al ver caer misiles hipersónicos —cada Shahed cuesta unos $40,000, cada Tamir interceptor cerca de $150,000— que hizo padecer a los civiles israelíes lo que han sufrido y siguen sufriendo los civiles palestinos desarmados en la Franja de Gaza, diezmados por la agresivas Fuerzas de Defensa (sic) de Israel (FDI) bajo el pretexto de luchar contra Hamas. Fue el bíblico: “Ojo por ojo, diente por diente”. Y el saldo de caja se volvió metáfora de la lluvia de metal, por lo que Irán —a la cual las sanciones le han restado $1.2 billones en doce años— prefirió la “estrategia del junco” de Laozi: flexible frente al vendaval, devastador en la crecida.
No es un conflicto regional
Netanyahu tuvo que recurrir a Washington para frenar la arremetida persa y forzar una tregua antes de que los misiles iraníes, cada vez más mortales, destruyeran infraestructura básica. Donald Trump hizo un alarde de fuerza, desmentido después por el Pentágono, y las aguas dejaron de agitarse. Pero quién sabe hasta cuándo, porque con “TACO” Trump nunca se sabe.
Otra vez, para marcarlo en negrita y subrayarlo con amarillo, esto no es un conflicto regional, es apenas la confrontación en una casilla del Cubo Rubkiano del Poder. El mundo invirtió $2.7 billones en armas en 2024, el mayor salto desde la Guerra Fría, el 2.5% del PIB planetario. Cada misil son decenas de escuelas, hospitales y más destruidos. Así que ya sabe: no hay que mirar solo el dedo, cuando el sabio señala la luna.
Fisuras en Occidente
En este escenario, la primera conclusión de esta reciente confrontación en el plano de la Geopolítica Militar del Sistema Mundo —la otra empezó en 2022 en Europa, entre Rusia y Ucrania— es que Occidente no ha podido doblegar a Irán, un integrante del bloque de Eurasia que lideran China y Rusia (que son parte de los BRICS) con el apoyo del Sur Global. Es decir, y para decirlo sin ambages, el Nuevo Sistema Mundo Euroasiático ya es una realidad, o en otras palabras, este fue un nuevo choque entre dos Sistemas.
A principios del Siglo XXI el Imperio militar de Occidente era capaz de arrasar a cualquier país que se opusiera a su mandato de: “Haz lo que te digo, pero no lo que yo hago”. Hoy en día, tras el avance económico, industrial, comercial, tecnológico y militar de China y Rusia, en el marco del NSME, ya no es posible que Occidente se salga con sus caprichos imperiales como si Irán fuera la Guatemala de 1954.
Cuando dominaba el Padrino
Solo basta recordar la intervención de Estados Unidos contra Irak en 2003, bajo pretextos falsos de fabricación de armas químicas por parte del asesinado Saddam Hussein, así como de un supuesto apoyo a Osama Bin Laden por el 11 de septiembre de 2001 (una “falsa bandera” fabricada en los avernos del Estado Profundo), que fue el preludio a la agresión contra siete países del Oriente Medio en las últimas dos décadas.
En esa época Occidente arrasó a un país rico en petróleo, con un buen parque de armamento y un gran contingente de militares. Es más, el brazo poderoso de las fuerzas armadas de Europa y Estados Unidos se impuso con largueza. La Inglaterra de Tony Blair colaboró con entusiasmo. En suma, la OTAN se unió, como los sicarios de un cartel liderado por un Padrino, al festín de hacer lo que les viniera en gana.
La “Caja china” de la paz
Eso no ha ocurrido ahora. La fortaleza exhibida por Irán —con el tácito y obvio respaldo de Rusia y China, por ser un miembro con tarjeta dorada del Nuevo Sistema— inhibió una mayor participación de Estados Unidos y de la OTAN.
El arsenal exhibido por Teherán en doce días —de lo cual apenas sabemos su grado de mortalidad, porque Occidente, a través de su Ministerio de la Propaganda, jamás va a admitir la paliza que sufrieron— no deja duda de su capacidad destructiva. Que no haya mostrado todo su poderío también resulta lógico. Es más, el circo de que el clown mayor “negoció” la paz, fue otro show —al estilo de la “Caja China” de la película “La Dictadura Perfecta”— para entretener y embaucar a la teleaudiencia del Matrixmo Occidental o la Neo Caverna de Platón.
Occidente ya no dicta sentencias
En esa geopolítica del excedente, Occidente descubrió que ya no dicta sentencias: Irak costó $2.2 billones y dos décadas; Teherán resistió doce días y dejó la cuenta en rojo. Como reza el proverbio tang: “El tigre viejo aún muerde, pero sus colmillos ya son de marfil”… y tienen caries muy avanzada.
¿Por qué el ejército israelí careció de respuesta ante la arremetida iraní? Porque es una fuerza armada envilecida y acobardada. Los casi dos años de matanza indiscriminada de niños, mujeres y ancianos en Palestina —bajo la excusa de arrasar al grupo terrorista Hamas—, los liquidó moralmente. Por mucho que el Matrixmo Occidental los haya pintado como “víctimas”, en la conciencia moral de la mayoría del planeta son vistos como unos vulgares carniceros. Ellos lo saben.
Matones solo con los débiles
Tampoco se trata del primer caso en que vemos a los matones atropellar a los débiles, mientras huyen como gacelas cuando aparece otro tigre. Solo basta recordar la Guerra de las Malvinas en 1982. Los altos mandos militares argentinos estaban acostumbrados a matar indefensos compatriotas de izquierda (socialistas y comunistas), a tirarlos desde aviones, a desaparecerlos, a pesar de los gritos y protestas de las Madres de la Plaza de Mayo, pero al rivalizar con soldados apertrechados de un otrora Imperio, cuando tuvieron que enfrentarse con Inglaterra por la posesión de las Islas Malvinas, se paralizaron de pavor.
Más de cuatro décadas después, para los efectos de su circo mediático, porque seguramente ya sabía la espantosa realidad de los misiles iraníes y tenía que cuidar a Bibi, su jefe, Trump prefirió un ataque impreciso —quién sabe si adrede, calculando mejor rasguñar a un peón, que un alfil— a través de la aviación militar. Así evitó que el conflicto fuera in crescendo y tuviera que enviar tropas a la zona de conflicto. Tuvo que actuar rápido, para impedir, que Irán siga lanzando misiles hipersónicos, y así neutralizar manifestaciones ciudadanas en Washington, ante la eventualidad de otra guerra que el prometió que jamás iba a suceder.
Otro negocio en riesgo
Y, sin embargo, el temor aceitado funciona. El anuncio de ataques subió el Brent más de 7% en un día y los analistas advierten que el cierre del Estrecho de Ormuz —21% del consumo mundial, 21 millones de barriles diarios— podría empujar el crudo sobre los $90. Cada dólar adicional drena 0.1 puntos del PIB europeo; el miedo manipulado vía el Matrixmo es un impuesto silencioso, la mejor caja china del siglo XXI.
Eso salió bien para los Profetas de la Guerra de Occidente. El miedo difundido a través del Ministerio de la Propaganda paralizó a la ciudadanía ubicua y los instó —a través de sus marionetas presidenciales— a pagar de su bolsillo los supuestos programas de defensa de la OTAN que absorberán el 5% del Producto Bruto Interno de cada miembro, según la tarifa anunciada por la Marioneta en Jefe de los Masters —que además quería evitar el alza de la gasolina para el 90% de sus ciudadanos y evitar más manifestaciones masivas en su contra.
La “cuota” de la OTAN al “Patón” del Mal
En 2003 la OTAN fue el sicario de lujo; hoy con la obligación de pagarle la “cuota” 5% del PIB al Patón del Mal —un agujero de $1 billón en economías europeas de $20 billones— es mejor no provocar más guerras, porque si no la tarifa subirá. Al Jazeera advierte que tal desvío fiscal equivaldría a las emisiones anuales de Brasil y Japón combinadas.
Es una subida astronómica, puesto que el acuerdo anterior —que no se cumplió cabalmente— alcanzaba el 2%. Es decir, ahora los europeos abonarán más del doble de ese primer acuerdo. Y todo ese dinero será para alimentar la industria de armamentos y destrucción de Occidente, el gran negocio de los Profetas de la Guerra, además de una burocracia dorada como se estila en esas organizaciones.
El bolsillo ciudadano paga la juerga. Úrsula Von der Leyen y Mark Rutte recitan discursos de rearme mientras recortan el fondo social europeo; la ecuación es simple: más tanques, menos guarderías. Laozi otra vez: “Gobernar un gran estado es como freír un pez pequeño: demasiado fuego lo deshace”.
Un suicidio para las poblaciones
Esa será la gran paradoja del siglo XXI. La ciudadanía Occidental seguirá pagando para los juegos de guerra de Occidente que cada vez cobra más vidas civiles, mientras la población en el caso de EE.UU. la pagará con los recortes de servicios al 90% vía el “Gran y Hermoso Proyecto de Ley” —del cual Confucio susurra desde la muralla: “Quien compra espadas que no piensa usar vende la ropa de sus hijos”—, mientras el clown reclama ahora, sin tapujos, su Premio Nobel de la Paz —”Si se lo dieron a Obama (que lanzó bombas a granel), ¿por qué no a mí?” diría.
Un suicidio en regla para las poblaciones, que —como sucede en los EE.UU.— solo se atienen a echarles la culpa de todos sus males a los inmigrantes, y todo para hacer más acaudalados a los más ricos del planeta, a los amos del Capitalismo de la Usura, como diría el economista Michael Hudson, esos que están por encima de la lista Forbes —los titiriteros de Trump y de los demás que ponen el rostro de la apariencia.
El pago a los intermediarios
No es ironía, pero debemos aplaudir las grandes actuaciones de los actores de la Gran Cábala —la élite que domina Occidente— ha cumplido con exceso su cometido de engordar los bolsillos de quienes rebosan de dinero. Úrsula Von Der Leyen (debiera ser Von Der Liar) y Kaja Kallas de la Unión Europea; Mark Rutte de la OTAN; Friedrich Merz, de Alemania; Emmanuel Macron, el pequeño rey de Francia, entre otros, sin olvidar al clown mayor —que ya recibió un avión de adelanto y billones de dólares para los negocios de su familia por parte de los jeques árabes—, aseguraron su bono de éxito por quitarle a los europeos un dineral para ejércitos inútiles.
Hollywood debiera contratar ese elenco y de seguro en uno o dos años arrasarían con los Óscar en todas las categorías, con un film llamado Ocean 14. Ellos son una demostración de que la versatilidad aumenta con el estímulo de las compensaciones económicas —como una voz seductora en pleno orgasmo existencial: “Más, más, más… más guerras para nuestro patrones”.
La celebración en Eurasia
Mientras la GC llega al clímax con esa vieja receta, en Eurasia hay una celebración doble. Ahora saben que el equilibrio militar ha desaparecido. Europa no tiene ni tendrá —así suban al 10% del PIB la contribución a la OTAN— la capacidad para doblegar al poder emergente. El último plano del Cubo del Poder que parecía aún bajo su dominio, la Geopolítica Militar, se está desvaneciendo como un helado en el verano del Norte.
Ya los principales planos del Cubo del Poder —que sintetiza los factores que confieren el poder real— están en manos de Eurasia: China, Rusia y el Sur Global. La Geoeconomía y las Rutas de Comercio, la IV Revolución Industrial, la Fábrica Mundo y las Cadenas de Producción, están del lado Euroasiático ya, mientras que el Matrixmo y las Geofinanzas y el Monetarismo Digital serán, al parecer, la frontera final. Desde 2017 señalamos este destino inevitable, a pesar de las dudas de los “expertos”. Ahora las cartas ya están sobre la mesa.
Eurasia descorcha té verde
Mientras la gran cábala anglosajona celebra balances, en Eurasia descorchan té verde: los seis planos del Cubo del Poder empiezan a teñirse del rojo-y-oro de Pekín. La IV Revolución Industrial, las cadenas de suministro y la geofinanza digital se entretejen en torno a los BRICS ampliados; Moscú destina ya más del 7% de su PIB a defensa, récord que ningún aliado atlántico iguala, y es más letal que las armas hiperinfladas de billones de dólares por Los Profetas de la Guerra. Sun Tzu sonríe en la penumbra: “La mejor fortaleza está en la mente del adversario”, una máxima que sugiere que la victoria se puede lograr no solo a través de la fuerza física o recursos materiales, sino también manipulando la percepción, el estado emocional y la confianza del oponente.
Un Occidente horrorizado
En 2022 también advertimos que la confrontación planteada por Rusia significaba una ruptura, sin vuelta atrás, del vetusto Sistema Mundo Occidental (dominado por la Gran Cábala). Los rusos, por primera vez en la historia reciente, tomaron la iniciativa y dieron el primer golpe en Ucrania. Y no solo eso, sobrevivieron y mejoraron sin problemas a las sanciones económicas de Occidente, demostrando la existencia de un Sistema Mundial Económico Euroasiático… En Occidente lo saben, están horrorizados, y jamás lo admitirán, ni siquiera las “mentes más eminentes”, porque “La verdad es armaga y la mentira dulce”.
Desde hace tres años varios países de Europa, y el propio Estados Unidos, han apoyado a Kiev y no han conseguido ninguno de sus objetivos contra el país de Vladimir Putin. Por el contrario, los rusos siguen creciendo económicamente y sus fuerzas militares no tienen apuro en una tregua.
Como un proverbio chino
Occidente no iba a soportar dos frentes abiertos y ha preferido cerrar el de Israel contra Irán ¡en menos de dos semanas! Las consecuencias económicas —por la subida de los combustibles— iban a ser devastadoras y le iban a tener que decir adiós al 5% del PIB para la OTAN.
Como siempre la GC ha preferido el dinero antes que el poder. Esta vez lo perdido ya no podrá ser recuperado. Al más puro estilo de Terminator puede anticiparse un: ¡Hasta la vista baby!
Occidente buscó doblegar a Rusia en Kiev y a Irán en Qom; terminó abriendo la puerta trasera de su tesorería. El hierro vuela, el oro fluye hacia Oriente. En palabras de un viejo proverbio chino: “Cuando sopla el huracán algunos construyen muros; otros, molinos de viento”. Eurasia eligió los molinos, que hacen girar las ruedas que produce la energía que echan andar las fábricas del comercio global, cómo en los milenarios tiempos de Las Rutas de la Seda. Occidente aún discute quién apagó la luz y están como Diógenes, pero no para buscar la verdad, sino una salida más o menos decente del decrépito Viejo Sistema Mundo Occidental, como lo previó unos de sus propios profetas: Immanuel Wallerstein.

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