
En una acción que parecía impensable, ni en los sueños más salvajes de la Gran Cábala, Donald Trump surgió como impulsor final del cambio global. La guerra de Rusia en Ucrania desde el 2022 puede verse de dos formas, como el final de una larga III Guerra Mundial Híbrida y como el zarpazo inicial del “core” del Nuevo Sistema Mundial (NSM) al Viejo Sistema Mundo Occidental (SMO), con una victoria del primero. Y tal como sucede al final de cada conflicto: llegó el momento de la repartición. Pero más allá de Ucrania —la trampa de Tucídides donde cayó Occidente—, Eurasia, con China y Rusia de la mano, será la región predominante en el nuevo esquema mundial.
“Los días del hombre duran lo que la hierba, florecen como flor del campo, que el viento la roza, y ya no existe, su terreno no volverá a verla”. Salmo 102
Por Alexandr Mondragón y Wilder Buleje
Así como en 2020 la pandemia del Covid-19 fue un poderoso catalizador que inició la transición de un viejo Sistema Mundial Occidental (SMO) hacia un Nuevo Sistema Mundial Euroasiático —admitido incluso por Richard Hass, ex vocero de la Gran Cábala (GC), el ente que ha dirigido los destinos del mundo desde 1913— cinco años después Donald Trump, el presidente de Estados Unidos, aparece como el impulsor final de esta inevitable transición.
Esta es la campanada de Washington hacia una disolución de la alianza occidental y un acercamiento hacia Rusia que lidera —junto a China— el Nuevo Sistema Mundo Euroasiático. El desenlace ocurre tres años después de que, como lo explicamos aquí, el nuevo “core” (Rusia) lanzara su primer grito de guerra contra el viejo SMO, al atacar Ucrania. Por primera vez en 500 años el Core le daba un puntapié a la periferia.
Y ahora, lo que Trump está anunciando —en un mensaje que debe interpretarse desde las acciones que ha estado realizando y las seguirá implementando, desde el 20 de enero del 2025— es que “ha llegado el momento de terminar la colisión militar de Occidente vs. Eurasia en Ucrania, y comenzar con la repartición”.
Ya Nada Me asombra *
Se repartieron el mundo
Y ya nada más me asombra
Si tú me das a Chechenia
Yo te doy a Armenia
Si tú me das a Afganistán
Yo te doy a Pakistán
(…)
Sin embargo, no nos engañemos. Esto no dará paso a un mundo tripolar —China, Rusia y EE.UU.—, como dice una multitud de “expertos”. El nuevo tren hipersónico de la Ruta Cuántica, será conducido por el Gran Mandarín, con su socio ruso como copiloto, mientras que el neo emperador de EE.UU. irá en el vagón trasero, con un timón virtual, creyendo que lo conduce.
Quizá la más grande lección de la historia es que nadie aprendió las lecciones de la historia.
Aldous Huxley
¿Cómo podemos sustentar la afirmación de que Trump es el nuevo catalizador y el negociador de la repartición? Bueno, primero, hay que describir en lo que Trump se ha convertido y, segundo, seguir la cronología de los hechos desde el 20 de enero hasta hoy y que seguirán aconteciendo en las semanas por venir.
Sobre lo primero, tal vez la descripción que relató recientemente Claude Malhuret, en un discurso en el Senado de Francia, puede trazarnos un boceto del principal inquilino de La Casa Blanca:
«Washington se ha convertido en la corte de Nerón, con un emperador incendiario, cortesanos sumisos y un bufón bajo ketamina responsable de la limpieza del servicio público… El mensaje de Trump es que no tiene sentido ser su aliado ya que él no te defenderá… El rey de los acuerdos está mostrando lo que es el arte de los acuerdos boca abajo… Nunca en la historia, un presidente de los Estados Unidos había capitulado ante el enemigo».
Esto fue dicho unos días después del 28 de febrero —el día que ocurrió un raro fenómeno celestial, el alineamiento de 7 planetas— cuando las energías del averno sacudieron La Casa Blanca y vimos un espectáculo nunca antes visto, dirigido por “El Aprendiz” de emperador. El invitado fue tratado como el campesino de las tierras feudales, que debía entregarlas sin chistar, mientras que los bufones de la corte aplaudían a su amo y señor. Pero hagamos una pausa. No es que las energías planetarias de ese día causaran la “pelea de cantina” en el Despacho Oval. Más bien, para llegar a ese momento, hubo una “alineación de hechos y sucesos” previos que provocaron esta colisión y que pasamos a mencionar:
(…)
Si no te quitas de Haití
Yo te embarco a Bangui
Ayúdame a bombardear Irak
Y te ayudo con el Kurdistán
Se repartieron el mundo
Y ya nada más me asombra
(…)
Miércoles 12 de Febrero
Mientras las principales potencias europeas se reunían en París, alrededor del presidente Emmanuel Macron, en Kiev el secretario del Tesoro estadounidense Scott Bessent presentaba a Zelenski la factura por la ayuda de Estados Unidos, $500 mil millones, y exigía que Ucrania pagara con “tierras raras”, cuya existencia pregonaba Zelenski. “Pero esa propuesta de Washington respondía al hecho que el propio Zelenski ya había ofrecido a las potencias occidentales participar en la explotación de unas riquezas que en realidad no existen”, escribe Thierry Meyssan.
No saber lo que ha sucedido antes de nosotros es como ser incesantemente niños.
Cicerón (106 AC-43 AC)
Pero, desde la perspectiva de las potencias europeas, lo que Trump preparaba era sencillamente espantoso: si EE.UU. se apoderaba de aquellas riquezas, los europeos quedarían excluidos de la repartición del pastel… que ellos ya se habían asignado. “Aunque esto puede parecer sorprendente, en realidad no es nada nuevo –ya habían hecho lo mismo en el momento de la invasión contra Irak, cuando doblegaron Libia e impusieron una guerra a Siria”, continúa Meyssan.
“Si quieres un amigo en Washington, cómprate un perro”.
Harry S. Truman
Pero lo más “espantoso”, para los europeos, era que Washington y Moscú –o sea Trump y Putin– habían conversado por teléfono durante hora y media. Es decir, habían restablecido la línea directa de comunicación entre la Casa Blanca y el Kremlin, negociado en sus propios términos el final del conflicto en Ucrania y, eventualmente, dar paso a un Nuevo Sistema Mundial (NSM). Esto último puede explicarse con dos hechos que saltan a la vista, primero la degradación de EE.UU. como un Imperio Unipolar, a manos del propio Trump, con su consigliere Musk, al estar desmantelando parte de la arquitectura burocrática del Estado Profundo que, por décadas, ha sido usado para intervenir en los países del Sur Global —como es el caso de USAID—, así como estar enfrentándose a la vieja oligarquía de la GC del poder invisible —que está respondiendo a través de los terremotos bursátiles en Wall Street—; y, segundo, las evidentes negociaciones secretas de Trump con Putin, no solo sobre la división de Ucrania, sino también de otros acuerdos que, como se cita más adelante, Trump cree poder alcanzar pero que, en algún momento, podría descubrir que termine siendo el “patsy” —o tonto útil, así como lo fue Lee Harvey Oswald en el asesinato de JFK— de la Gran Eurasia, para liquidar al viejo Sistema Mundial Occidental de la GC.
(…)
Si tú me das el uranio
Yo te doy el aluminio
Si me das los yacimientos
Te ayudo a cazar al talibán
Si tú me das un poco de trigo
Yo le hago la guerra a tu coste
Si me dejas extraer tu oro
Te ayudo a echar al general
(…)
Martes 18 de febrero
Las potencias europeas y el mundo se enteraron por los medios de que, en su primer encuentro en Riad, Arabia Saudita, el 18 de febrero, las delegaciones de Estados Unidos y Rusia —sin invitar a nadie más— se habían puesto de acuerdo para: desnazificar Ucrania y convertirla en un país neutral; y respetar los compromisos que Occidente contrajo en el momento de la reunificación alemana y poner fin a la presencia de tropas de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) en todos los países que entraron en esa alianza militar después de 1990. En otras palabras, Trump aceptó cumplir con las exigencias de Putin —asestándole una puñalada trampera a los europeos. Pero ¿a cambio de qué?
Ese día, Europa Occidental pudo “comprobar rápidamente que Washington ya había enviado la orden de repliegue a ciertas unidades militares estadounidenses –en los países bálticos y en Polonia. Para las potencias europeas, aquello destruía su ‘arquitectura de seguridad´. Por supuesto, no existe absolutamente ninguna amenaza inmediata de invasión rusa, ni china”, como explica Meyssan. Pero como esto significaría no solo una derrota de la Gran Cábala y los grandes negocios del Complejo de la Industria Militar de EE.UU., los europeos lanzaron la narrativa del rearme militar, porque “todos dicen tener que prepararse para lo peor”.
Miércoles 19 de febrero
El 19 de febrero los embajadores de los países miembros de la Unión Europea aprobaron el 16to paquete de “sanciones” contra Rusia, aprobado oficialmente el 24 de febrero, en ocasión del tercer aniversario del inicio de la operación militar especial rusa en Ucrania. Al mismo tiempo, la Unión Europea decidía desconectar del sistema SWIFT a 13 bancos rusos y prohibir la realización de transacciones con 3 instituciones financieras. La UE también adoptaba “sanciones” contra 73 barcos de la llamada “flota fantasma” rusa y contra 11 puertos y aeropuertos rusos acusados de burlar el “techo” de la Unión Europea para los precios del petróleo ruso. La Unión Europea también suspendía las licencias de transmisión de 8 medios rusos de prensa. Pero eran patadas de ahogado. Ellos son simples vasallos de la GC, y su rol —desde la creación de la OTAN, el origen de la Guerra Fría— ha sido fomentar la rusofobia y así justificar el multibillonarios negocio de las armas del vasto complejo militar de EE.UU. —contra el cual Trump aún no sabe cómo maniobrar a plenitud.
Ese mismo día, Trump daba libre curso a su cólera contra Zelenski –cuyo mandato presidencial expiró en mayo de 2024– calificándolo de «dictador sin elecciones», mientras que en Kiev su enviado especial Keith Kellogg anulaba su conferencia de prensa conjunta con el mandatario anfitrión. O sea, Trump rompía con el régimen ucraniano. Era el preludio al show que iba a suceder una semana después.
Lunes 24 de febrero
En el tercer aniversario de la operación militar especial rusa en Ucrania, “la presidente del Parlamento Europeo, la maltesa Roberta Metsola; el presidente del Consejo Europeo, el portugués Antonio Costa; y la presidente de la Comisión Europea, la alemana Ursula von der Leyen, publicaron una declaración totalmente desfasada donde se pronunciaban por «una paz completa, justa y duradera». Con aquella declaración, los 3 principales dirigentes de la Unión Europea se aferraban a la vieja narrativa, de que no hay nazis en Ucrania y Rusia es “el agresor”. De esa manera contradecían a Trump y le mordían la mano al Imperio –quizá con justa razón– que los había empujado a la guerra por encargo bajo la administración de Joe Biden.
El mismo día, Trump recibió al presidente francés Emmanuel Macron, quien optó por no enfrentarse a su homólogo estadounidense sino más bien celebrar la amistad transatlántica, aunque interrumpió brevemente a su anfitrión cuando, este último, repitió que no fue Rusia sino Ucrania quien provocó el estallido del conflicto. Fuera de eso, el presidente Macron no se atrevió a contradecir a Trump. No quería provocar al Emperador ni a sus bufones.
Cambalache Siglo XXI en la ONU
Mientras tanto, en Nueva York, la Asamblea General de la ONU debatía un proyecto de resolución presentado por Ucrania. El texto denunciaba «la invasión total de Ucrania por la Federación Rusa» y exigía que Rusia retirara «inmediatamente, completamente e incondicionalmente todas sus fuerzas militares del territorio ucraniano y el cese inmediato de las hostilidades, en particular todo ataque contra los civiles y los bienes de carácter civil». En otros tiempos, el voto de EE.UU. a favor se daba por descontado. Hoy, como dice el tango, “resulta que es lo mismo ser derecho que traidor”.
(…)
Se repartieron el mundo
Y ya nada más me asombra
Se repartieron África
Y sin consultar
Y se asombran
De que estemos desunidos
(…)
Por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, la delegación de EE.UU. votó contra un texto junto a la delegación de Rusia y en contra de Canadá, los europeos y Japón, que sí aprobaron el proyecto ucraniano. Y eso solo fue el aperitivo, antes del plato de fondo.
Instantes después, EE.UU. presentó un segundo proyecto de resolución donde solicitaba que «se ponga fin al conflicto en el más corto plazo». Ese texto apuntaba a alinear la Asamblea General de la ONU junto a la posición de los negociadores del encuentro ruso-estadounidense de Riad. Pero –¡Oh sorpresa!– Rusia votó en contra porque el proyecto de resolución de EE.UU. se pronunciaba por «una paz duradera entre Ucrania y la Federación Rusa», en vez de una «paz duradera en Ucrania». Finalmente, la delegación de EE.UU. se abstuvo en el voto sobre su propio texto por considerar que lo había redactado mal –¿siguieron las órdenes de Moscú?–, mientras que Canadá, los europeos y Japón, como era obvio, votaban en contra.
Los seres humanos hacen su propia historia, aunque bajo circunstancias influidas por el pasado.
Karl Marx
Viernes 28 de febrero ¡Showtime!
Los guerreristas del Viejo Continente, subordinados de la Gran Cábala (GC), enviaron a Zelensky para irritar a Trump, a la Casa Blanca. A lo largo de varios minutos polémicos, en vivo y en directo para todo el mundo, Trump y su vicepresidente J.D. Vance, reprendieron al líder ucraniano como si fuera el escolar que no hace la tarea, diciéndole que EE.UU. no tenía nada que temer de Rusia, menospreciándole por haber hecho campaña con “la oposición” —porque tuvo estrechos vínculos con el gobierno de Joe Biden— y exigiéndole que les agradeciera más efusivamente —ante todo el mundo, como un perrito lambiscón— todo el apoyo que Kiev había recibido del gobierno estadounidense —dejando a la amnesia el hecho de que fue el gobierno estadounidense, o mejor dicho la GC, que desde 2014, durante el régimen de Barack Obama, empujó a los ucranianos a provocar a los rusos por más de ocho años— y que, ultimadamente, debería hacerle reverencia al imitador de Nerón. Ni la recepción que tuvo Zelensky en Londres, unos días después, al ser recibido por el Rey Carlos, pudo borrar el brutal desprecio de Trump.
¿A las órdenes de Moscú?
¿Pero qué es lo que realmente buscaba Trump? Tal vez demostrarle a Putin que, en cumplimiento de los acuerdos bajo la mesa, hacer que Zelensky aceptara ante todo el mundo el cumplimiento de los acuerdos de Riad, bajo la máscara de agradecimiento a EE.UU. y, de esta manera, allanar el camino para sellar el pacto secreto de la repartición.
Trump también aprovechó para cobrarle una vieja deuda a Zelensky. Durante su primer mandato en la Casa Blanca le pidió al ucraniano toda la información sobre las travesuras de Hunter Biden en ese país. La transcripción muestra que Trump pidió al líder de Ucrania que investigara a Joe Biden. Zelensky no solo le negó la solicitud sino que advirtió a los Biden de la movida y estos hicieron público el pedido y promovieron una guerra judicial continúa contra el republicano.
(…)
Parte del imperio mandinga
Está donde los Wolofs
Parte del imperio Mossi
Está donde los Ghana
Parte del imperio Soussou
Está donde el imperio mandinga
Parte del imperio mandinga
Está donde los Mossi
(…)
En este contexto Trump —como un aliado público de Putin— mantiene el “espíritu de Riad” de un G-2 con Rusia –al que se agregará China para cerrar el presunto nuevo orden tripolar–, lo cual indujo en un estado de shock a Europa. Incluso, el magnate comentó que le ha sido “más difícil negociar con Ucrania”, carente de cartas para jugar y “obtener un arreglo final”, por lo que ha sido “más fácil arreglarse con Rusia, debido a que ostentan todas las cartas”. ¿Las cartas o las órdenes de Moscú para que, de cumplirlas, sea un beneficiario de la repartición de Ucrania?
En los días siguientes, usando las armas del terror mediático del Matrixmo, el Neo Emperador siguió lanzando su racimo de amenazas incendiarias contra Ucrania: quitar todo el apoyo militar y de inteligencia a Ucrania; retirarse de la OTAN; expulsar a los ucranianos que viven refugiados en su país; y proseguir con sus tácticas de extorsión.
La patraña de la amenaza a Rusia
Sin embargo, lo realmente grave es que Trump ha dejado en claro que —bajo los acuerdos secretos con Putín, para poder acceder a la repartición— él está al borde de abandonar a los ucranianos y eventualmente a los europeos, en medio de un conflicto donde, como en la I y II Guerra Mundial, culmine con la destrucción del Viejo Continente. Esa es la razón del porqué Trump le dijo a Zelensky, e indirectamente a los europeos, si estaba dispuesto a comenzar la III Guerra Mundial. Incluso, unos días después, como si fuera un vocero directo del Kremlin, Trump habló sobre el Apocalipsis Nuclear y el “fin del mundo”, si Occidente se lanzaba a la guerra con armas nucleares.
Pero como un buen domador de las artimañas del Matrixmo —hay que darle pan y circo al populacho— en una extraña declaración, diseñada para encubrir su alianza con Moscú, Trump amenazó con propinar severas sanciones a Rusia (¡Really!) debido a la reciente ofensiva vigorosa de Moscú contra el desfalleciente régimen de Ucrania. Eso no lo cree ni Pinocho.
Y ahora ¿qué nos queda por ver?
(…)
Se repartieron África
Y sin consultar
Y sin preguntar
Hay, hay, hay y sin avisar
Se repartieron el mundo
Y ya nada más me asombra
Y ya nada más me asombra.
* Letra de la canción “Ya Nada Me Asombra”, de Resistencia Suburbana.
El encuentro con el Rey Carlos
Hasta este momento, Trump ha dado todas las señales de ser el catalizador del fin oficial del Unipolarismo de EE.UU., desde que su alianza con Putin es evidente —lo de China es otra historia de la que Trump parece ignorar, desde que el Dragón, como en las antiguas estrategias militares chinas, ya se está devorando al Águila, “Observando el incendio de Nerón desde la otra horilla… Como el guerrero sabio que gana las batallas sin disparar una sola bala”—. Sin embargo aún debe responder a la última y más importante invitación que tiene: un encuentro con el Rey Carlos de Inglaterra, un miembro directo y con pleno derecho de la GC.
Esa reunión, que aún no tiene fecha, es la última carta de los guerreristas europeos (o del sector europeo de la GC) para intentar convencer a Trump de seguir en el bando de Occidente. En esa cita también se definirá la suerte de la OTAN. En caso el Rey Carlos no suene convincente, Trump puede apartarse de ese bloque militar y dejarlo debilitado en manos de los europeos belicistas.
La historia es un incesante volver a empezar.
Tucídides (460 AC-396 AC)
La GC pretende mantener la guerra para seguir produciendo armas y continuar llenándose los bolsillos con el dinero de los contribuyentes europeos. Cuánto más amplio el foco del conflicto mayores beneficios para los propietarios del Complejo Industrial Militar, así ha sido desde la Guerra Fría en los años 60’s.
Sin embargo, si Rusia anticipa un choque contra el bloque Europeo dejará las armas convencionales y usará misiles con ojivas nucleares tácticas. O quizá apele a las bombas nucleares de destrucción masiva. En ese caso, no habrá mañana, no habrá mercados, no habrá ganadores. Las imágenes de Hiroshima y Nagasaki parecerán celestiales ante ese infierno atómico.
Un Plan Marshal tendrá que esperar 100 años antes de reiniciar la reconstrucción de Europa y Rusia. A esa III Guerra Mundial se refería Donald Trump en la conferencia con Zelenski.
Empero, al sector más Straussiano de la Gran Cábala —que prefiere patear el tablero y volver a la edad de piedra— le vale madre la destrucción del semejante y seguirán con sus planes a cualquier precio. Para ellos, Trump es solo un accidente de ocho años en su historia de dos centurias de hegemonía militar y económica. Piensan que pueden tenerlo fuera de este ajedrez geopolítico.
El “muñequito de la suerte”
Así, en caso de que Zelenski continúe con su postura desafiante y Estados Unidos le corta el paso, Washington le dará vía libre a Rusia para hacer lo que quiera con Ucrania, aunque no se sabe cómo reaccionará la UE. El líder ucranio hará recordar la figura de Archiduque Francisco Fernando, cuyo asesinato ocurrido 28 de junio de 1914, fue uno de los desencadenantes de la Primera Guerra Mundial.
No obstante, con sus actos realizados desde febrero pasado no le quitará a Trump el rol de ser el catalizador del fin del viejo Sistema Mundo Unipolar, para dar paso a un NSME, donde Trump, en las décadas o siglos por venir, quizá sea recordado como el muñequito de la suerte que llevan los conductores en sus grandes naves, o en el “patsy” que le dio el tiro final al viejo SMO.
Otros conflictos en el horizonte
Pero no debemos olvidar la existencia de otros frentes. Tal como lo bosquejó Biden en su discurso de despedida de la Casa Blanca hay un conflicto vigente entre el viejo Complejo Industrial Militar (al cual él pertenece) y el novísimo Complejo Industrial Tecnológico. Los guerreristas europeos están en el primer grupo y Trump, junto con Elon Musk (que ya ha sido desangrado por la GC en Wall Street, a fines de noviembre del 2024 las acciones de Tesla estaban a más de $340, pero el 10 de marzo valían poco más de $225), entre otros, en el segundo.
Esta confrontación está en desarrollo. A Trump le viene como anillo al dedo la ruptura con Zelensky. Podrá rivalizar con la GC sin pensar en un frente externo inmediato y debilitando duramente al ala europea al dejarla al garete contra Rusia. Pero la GC es un rival que tiene múltiples armas y la caída reciente de Wall Street, es una de ellas. El poder del dinero puede levantar las imágenes de un presidente o hundirlo en la debacle.
¿Y qué pasa con China?
Otro factor que ha dejado de considerar la Gran Cábala es China, que con el dominio de la Geoeconomía, la Revolución Industrial y la Fábrica Mundial y el Comercio Global (tres planos del Cubo del Poder), es un rival al que ya no se puede confrontar abiertamente, cuando lo mejor es negociar.
Con Estados Unidos fuera de la ecuación del dominio global, a los asiáticos le resultará más fácil enfocarse en Taiwán (con Putin controlando a Trump) y en proporcionar ayuda directa a Rusia. Los chinos saben que si Europa causa grandes daños a Rusia, después vendrán por ellos. Es mejor curarse en salud. No por nada, la alianza simbiótica sino-rusa ya tiene más de dos décadas de existencia.
Despejando al Matrixmo
Dentro del discurso antiruso, magnificado por el Matrixmo Occidental, los europeos afirman que Rusia es el agresor y que por esa razón apoyan a Ucrania. Bastaría revisar las últimas informaciones sobre el uso de los recursos de USAID para cambiar el régimen de gobierno prorruso en Ucrania, en el 2014, por dos gobiernos consecutivos con ideología nazi.
Quizá la voz más autorizada sea la del economista estadounidense Jeffry Sachs, quien ante el Parlamento Europeo reiteró que ha sido Occidente el provocador del conflicto al acercar las narices de la OTAN a las fronteras rusas. (Es la Crisis de los Misiles Cubanos de 1962, pero a la inversa y con décadas de existencia.)
Además, deberían recordarse los Acuerdo de Minsk I y Minsk II, que pretendían proteger en el Donbass a la población de ascendencia rusa. La vulneración de ambos acuerdos por parte de Ucrania motivó la reacción rusa en 2022.
En este laberinto, hay dos salidas: A) El reordenamiento de los grandes poderes bajo un Nuevo Sistema Mundial; y B) El escenario de una guerra nuclear. Ojalá la sensatez y la serenidad no sean borradas de un plumazo por armas capaces de apagar la vida de centenares de millones de habitantes en un segundo —un escenario que puede suceder si algún bus de la GC embiste a Trump, o este recula de su alianza con Putin, y las llamas del Nerón del 1600 de la Pensilvania Avenue, en Washington, DC, se extienden al Viejo Mundo.
Epílogo: Los rostros de la Gran Cábala
Hasta ahora la Gran Cábala había mostrado solo algunos personajes ante los medios: Joe Biden, Bill Clinton, Barack Obama, entre los más conspicuos en este lado del mundo. En Europa los más expuestos eran el mandatario francés Emmanuel Macron; la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen; el titular de la OTAN, Mark Rutte y su antecesor Jens Stoltenberg, entre otros.
Sin embargo a raíz de los últimos acontecimientos la lista se expandió de manera automática. Ahí figuran: Rey Carlos III de Inglaterra (con cargo jerárquico dentro de la GC); Donald Tusk, primer ministro de Polonia; Giatanas Nauseda, presidente de Lituania; Kristen Michal, primer ministro de Estonia; Evika Silina, primera ministra de Letonia; Luis Montenegro, primer ministro de Portugal.
Antonio Costa, presidente del Consejo Europeo; Kaja Kallas, de la comisión de Asuntos Exteriores de la Comunidad Europea; Pedro Sánchez, presidente de España; Olaf Scholz, canciller de Alemania; Friederich Merz, ganador de las recientes elecciones alemanas; Dick Schoof, primer ministro de Países Bajos; Bart de Weber, primer ministro de Bélgica; Maia Sandu, presidenta de Moldavia.
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