
El español Josep Borrell, ex alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, delineó el drama sobre el conflicto en Ucrania al adelantar una posible alianza entre Estados Unidos, Rusia y China. Pero la realidad es muy distinta de la apariencia. Tres gallos no pueden estar en un mismo gallinero.
Por Wilder Buleje y Alexandr Mondragón
Los peores vaticinios para Europa están por hacerse realidad. De la supuesta integración con Estados Unidos —lo que el mundo conoció como Occidente, tras la II Guerra Mundial, aunque para algunos historiadores los estados europeos fueron vasallos del Imperio que emergió intacto a miles de millas del teatro de operaciones bélicas— ahora apenas solo queda el recuerdo. Quien lo está diciendo con todas sus letras —aunque las evidencias siempre han estado a la vista de cualquier ojo avizor, desde hace décadas— ha sido uno de los miembros más conspicuos de la Unión Europea, el español Josep Borrell, quien hace poco estuvo al frente de los Asuntos Exteriores y Política de Seguridad en esa mancomunidad de países.
Borrell apuntó con preocupación al surgimiento de un triunvirato con la posibilidad de imponer condiciones a la comunidad internacional, sobre el conflicto en Ucrania y más allá. Nombró específicamente a Donald Trump (Estados Unidos), Vladimir Putin (Rusia) y Xi Jinping (China). Lo que otros llaman el nuevo mundo tripolar.
Una confesión patética
Ante la pregunta en el programa La Hora de RTVE, sobre la conversación entre Trump y Putin, a través de sus representantes en una reunión en Arabia Saudita, sin la presencia de Ucrania, ni de Europa, Borrell enfatizó: “Yo veo (esos pasos) con una enorme preocupación. Creo que estamos en uno de los momentos más críticos de la historia reciente del mundo. La aproximación de Trump con Putin y de Putin con Xi, hace que esos tres personajes dicten la nueva visión del mundo, un nuevo orden y un nuevo reparto del poder entre ellos”.
Borrell no se quedó corto y siguió con un apunte sensible: “Es un momento crítico, de ruptura con el rol que Estados Unidos ha venido jugando. Algunas cosas no son nuevas, como cuando decimos, ‘es que (Trump) ha dicho que no va a entrar a la OTAN’, (Joe) Biden tampoco estaba a favor de que (Ucrania) entrara a la OTAN. Hay que ser realistas. Ha dicho cosas que estaban pensadas pero no dichas. Usted no va a una negociación poniendo todo lo que puede dar a cambio de nada, porque ya está en una posición de inferioridad. Eso es lo que ha hecho Trump (…) y no tiene en cuenta al principal interesado, Ucrania, ni a sus principales aliados, que somos los europeos”.
También repitió uno de los argumentos más usados por los guerreristas occidentales: “Siempre se ha dicho que si Putin gana esta guerra nadie puede estar seguro, en particular los vecinos. Y que la garantía de seguridad era precisamente la unidad europea y la fortaleza de la OTAN, porque implica el compromiso de Estados Unidos. Si los Estados Unidos abandonan este compromiso y juegan solos por su parte, sin tener en cuenta a sus aliados europeos, es evidente que la inseguridad europea aumenta”.
Seis perspectivas del escenario-mundo
Lo importante, por cierto, es la posición de la Europa vinculada a la Gran Cábala (GC), en la cual Borrell es un vocero oficioso como hay otros en las principales capitales del Viejo Mundo. Pero ¿Qué es lo que está pasando en el gran escenario-mundo? He aquí seis perspectivas:
Primero: Donald Trump ha dado un golpe de timón al desmarcarse de Europa en el conflicto ruso-ucraniano. ¿La principal razón? Es obvio que quiere rehacer la relaciones diplomáticas y económicas con Rusia y lo hará concediendo las exigencias de Rusia para el término del conflicto. Que acepte todas las condiciones está por verse, y debe tener cuidado de no verse como el vasallo de un Zar —como las destituciones que acaba de hacer en el Pentágono y la intención de recortar el presupuesto del complejo de la industria-militar—, aunque ese parece ser el mensaje que Trump parece estar enviando al otro lado del mundo: “Estoy haciendo lo pactado para poder ingresar al nuevo Club Tripolar”. Pero además quiere la “paz” para poder echar andar la explotación de los recursos de Ucrania —un negocio que, plausiblemente, caiga en manos de su familia a través de terceros—, a cambio de la gran deuda de las armas de guerra del complejo de la industria militar, entregadas por Joe Biden —no por nada Trump, como el Capi di Tutti occidental, está tratando a Voldomir Zelensky como el apestado en las conversación de “paz”.
Segundo: Trump a hecho algo más trascendente al aproximarse a Rusia y China en este mismo tema. Aunque trata de retratar a EE.UU. como parte del nuevo trío al mando de una transición a un Nuevo Sistema Mundo Multipolar. La realidad es que los verdaderos ejes son las dos superpotencias euroasiáticas, con China dominando varios lados del Cubo del Poder. Esa es la revelación: el Emperador ha quedado al desnudo, y si no tiene cuidado puede verse degradado a vasallo.
Tercero: Europa, según la visión de la GC, ingresa a una dimensión de inseguridad por el empoderamiento de Putin tras este triunfo diplomático. Sin embargo, este es el argumento que dio pie a la intervención de la OTAN para neutralizar a las fuerzas rusas. Si bien la guerra en Ucrania ha servido a los rusos para retomar su posición de poder perdido tras la disolución de la URSS en 1991, la ironía es que la misma guerra ha servido a EE.UU. para someter aún más a Europa y empobrecerla. La destrucción del gasoducto Nordstream ha conllevado a la desindustrialización de Alemania, haciendo de Europa dependiente del gas (más caro) vendido por EE.UU., y tener que pagar por los gastos de la guerra por encargo en Ucrania —inducida por Washington desde el 2014, cuando Barack Obama (por orden de la GC) provocó una Revolución de Color, para el cambio de un régimen pro-ruso a uno pro-occidental.
Cuarto: La OTAN ingresa a un periodo de debilitamiento institucional, puesto que Estados Unidos ha sido su principal sostén y aportante. Trump tiene toda la intención de dejarla varada, como un capitán que abandona el barco cuando se está hundiendo, lo cual será una exigencia de Putin para terminar la guerra en Ucrania; si eso ocurre será una clara señal de que Trump es el vasallo de Eurasia. Ya dijo que por eso se merecería un Premio Nobel de la Paz, aunque reconoce que nunca se lo darán.
Quinto: La aproximación entre Trump, Putin y Xi abre una nueva hoja de ruta entre las dos potencias económicas del planeta (China, por su poderío Geoeconómico, y Estados Unidos, por su poderío militar y monetario) con el acompañamiento de una potencia militar (Rusia). Sin embargo, la posición de EE.UU. es débil porque, como lo ha reconocido incluso The New York Times, está en declive. Y si Trump sigue desarmando el aparato del estado, como lo está haciendo estos días, el colapso puede estar más cerca de lo previsto —cuando lo decida la GC.
Sexto: De acuerdo a la teoría de John Halford Mackinder, el Core eurasiático (Rusia) mantiene su vigencia, muy a pesar de los interesados en conquistar esa geografía. La fortaleza del binomio China-Rusia se robustece. La Gran Cábala (GC) pierde una oportunidad de recuperarse, tal vez solo le queda reagruparse y vivir en una burbuja por un tiempo con fecha finita. Donald Trump debe estar negociando con ambas partes. Lo que no se sabe a ciencia cierta si está negociando para bien de su país o, junto con Elon Musk, para sus intereses personales y familiares.
La GC y un golpe fatal
La Gran Cábala —ese selecto grupo de megamagnates europeos, estadounidenses y canadienses— sigue reculando en espacios que dominaba con amplitud. No solo perdió la continuidad en el manejo de Estados Unidos, también está por ceder poder político en los principales países de Europa: Alemania y Francia. En caso de sufrir nuevas derrotas, se le avecinan otros dolores de cabeza mucho más intensos. Empero, no hay que desmerecer su poder, porque llegado el momento podría dar un golpe fatal —como hundir las bolsas de valores o recordar noviembre de 1963— y desatar una conmoción social al interior de EE.U., de consecuencias cataclísmicas para Trump, su enemigo jurado.
La disputa que estamos viendo
Joe Biden demarcó la arena del poder en Occidente en dos bandos: El viejo complejo industrial militar (la Gran Cábala) y la nueva oligarquía del complejo industrial tecnológico (Donald Trump y Elon Musk como caras visibles). La Liga Premier vs La Segunda División. Esa es la disputa que estamos viendo en este momento donde Trump, aparentemente, tiene la iniciativa, pero prever un resultado no es oportuno. Como dice la sabiduría china: “Lo que puede ser malo hoy, puede ser bueno pasado y así consecutivamente, una y otra vez. Solo podemos decir: Esto fue lo que pasó”. Es más, ambos lados pueden tener aún armas escondidas y veladas.
La inercia de lo inevitable
No se debe olvidar que hay un tercer factor: El binomio China-Rusia que está viendo el incendio desde la otra orilla y —sin desgastarse, como el guerrero sabio— espera el momento para que el eje del Sistema Mundo de Occidente caiga por inercia y por completo. Es entonces que surgirá el Nuevo Sistema Mundo Euroasiático. El tiempo no importa, lo que cuenta es la inercia inevitable del fin —como ha sucedido con todos los imperios de la historia. Y, ojo, nos es casual de que Trump —con Musk haciendo la tarea del charratero— esté desarticulando el aparato estatal y militar de EE.UU. hasta la última tuerca. ¿Otro mensaje a sus nuevos socios? —“Estamos haciendo la tarea”.
Elecciones en Europa
Por lo pronto, este fin de semana se realizarán elecciones parlamentarias en Alemania y la ultraderecha (alentada por Elon Musk) tiene, según los sondeos previos, la mayor probabilidad de imponerse. En caso de que esa posibilidad se transforme en realidad los cambios políticos en Europa serán indetenibles, pues la ultraderecha está alineada con Trump y con su colaborador más cercano, el sudafricano Musk. Es decir, también están distantes de la GC.
Después vendrá otro proceso electoral en Francia y los vientos de la ultraderecha también soplan con fuerza en el país galo. Estamos hablando de los dos países más fuertes de Europa. Si tienen éxito ahí, la victoria estará más cerca de los representantes de la nueva oligarquía tecnológica.
¿Un premio envenenado?
Pero la gran pregunta es ¿a quiénes le favorecerá este resultado? A veces ganarse la lotería, es el principio de un nuevo infierno, cuando la euforia te desborda y no sabes qué hacer con lo que llega a las manos —como le sucedió a EE.UU. después del 11-S, cuando los halcones neoconservadores creyeron que era el inicio de un “Nuevo Siglo Americano” y ahora, casi un cuarto de siglo después, se desvanece entre las cenizas de su arrogancia militar.
Hace más de tres décadas, el grandilocuente Francis Fukuyama quizá tenía razón con El fin de la Historia, como un adelanto del “Nuevo Siglo Americano”. Pero como ya dijimos, hay que estar atento a la sabiduría China: Lo que hoy parece bueno, en el futuro puede ser malo”, a veces fatal. Ahora parece ser el fin de la historia de Estados Unidos como “La Superpotencia Indispensable”, como decía Barack Obama, hace poco más de una década. La arrogancia suele ser cruel, cuando va de un extremo a otro —como lo determina la inmutable Ley del Péndulo.
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