Trayectoria de colisión: el Cybertruck contra el Muro de la Gran Cábala

Donald Trump y Elon Musk saldrán magullados si persisten en retar a la Gran Cábala.
Por Wilder Buleje
Las dentelladas de Elon Musk al pastel del mercado tecnológico y al de los viajes espaciales tienen carta libre. Sin embargo, su voracidad política y su apetito geopolítico chocarán indefectiblemente con los sensibles intereses de la Gran Cábala en esa atractiva torta de doble piso.
Si Musk —que por muy multimillonario que sea, es un inmigrante y no pertenece a la realeza anglosajona de los fundadores de EE.UU.— cree que Donald Trump será un socio poderoso, por su ubicación estelar en la Casa Blanca, sufrirá una decepción de proporciones. El magnicidio de John F. Kennedy en 1963, es el ejemplo del presidente estadounidense que incumple con su rol de amanuense de la élite euroamericana con siglos de preeminencia sobre Occidente y el manejo del Sistema-Mundo.

Pilares de la Gran Cábala
Trump emergió en este segundo mandato con un tono desafiante y deseoso de neutralizar ese antiguo poder. Sin embargo, la realidad indica que sus posibilidades son inexistentes. Inclusive si tuviera de su lado a los milmillonarios de la lista Forbes, no tendría opción ante esas dinastías de Europa, Estados Unidos y Canadá.
La trascendencia de la Gran Cábala reposa sobre dos pilares: la posesión de la Reserva Federal (desde 1913 y que es un consorcio de bancos privados); y el control del Pentágono a través de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) y de la Central de Inteligencia de América (CIA) gracias a la Ley de Seguridad Nacional (National Security Act de 1947).
Cualquier intento de erosionar esas columnas del poder —también conocido como el Estado Profundo— serán repelidas con fuerza inusitada y sus perpetradores —una vez derrotados— serán exhibidos como ejemplos para desalentar cualquier otra iniciativa en ese mismo sentido.

Un déjà vu del Siglo XX
Da la impresión que el empresario sudafricano fuera el primero en tratar de robarle los huevos al águila. Sin embargo, no es así. Esta película ya la hemos visto y el final es trágico. Cuando menos ocurrió una vez en el Siglo XX y el protagonista fue un afamado armador y magnate griego: Aristóteles Onassis.
Además de atornillarse en el poder desde la Casa Blanca, Musk busca, sin disimulo de ninguna clase, una influencia decisiva en países clave de Europa Occidental. Está apostando por llevar a la ultraderecha alemana y francesa al poder, para avivar el nacionalismo, frenar la inmigración y apagar el fuego bélico en su geografía. Una agenda contraria a los designios de la Gran Cábala.

La llave de todas las puertas
Como lo hemos advertido en este portal, la geopolítica del garrote y la zanahoria, así como el complejo industrial militar —desde el Pentágono—, forman el anverso y el reverso de esa llave que les abre las puertas de ingentes recursos en cualquier rincón del planeta.
Aunque no pretendió arrebatarle ninguna parcela política a nadie, Onassis apuntó al mayor negocio de su tiempo: el monopolio del transporte de petróleo de Arabia Saudita a todo el mundo. Aristóteles consiguió un contrato formal en 1954 con la Casa Saud, pero no pudo ejecutarlo.

Aristóteles Onassis y Wiston Churchill.

La CIA el cañón de proa
Estados Unidos, por disposición de la Gran Cábala, activó el concepto de seguridad nacional para sacar del negocio al magnate griego. Ike Eisenhower recurrió a la CIA para demostrarle al empresario griego cuan serio era el asunto. Ni la amistad con el inglés Winston Churchill le sirvió a Onassis para un premio consuelo.
En 1956 Gamal Nasser nacionalizó el Canal de Suez, para poder financiar la represa de Asuán. A las semanas Israel invadió la Franja de Gaza y Nasser en represalia cerró el paso por Suez. Las naves debían bordear el Cabo de Buena Esperanza para enrumbar a Asia.

Maniobras para sobrevivir
Para Onassis, con su flota parada por la cancelación del contrato con la Casa Saud, fue una oportunidad de oro que el griego aprovechó en toda su magnitud para multiplicar sus millones. Pero en los años siguientes el magnate tuvo que eludir persecuciones del FBI, por adquisiciones de navíos americanos aparentemente en forma ilegal, administrar crisis en su empresa aérea Olympic Air y mantener a flote su menguado imperio.
Apostó por la influencia, con un segundo matrimonio de interés con Jackie Kennedy en 1968, pero tampoco le funcionó. En 1975, el armador griego desapareció para siempre de la escena. Dos años antes había perdido a su hijo Alexander (1973), en un presunto accidente aéreo, y una serie de fatalidades ulteriores encogieron sus propiedades.

El golpe del Petrodólar
Mientras tanto, en 1972, Estados Unidos abandonó el patrón oro para sostener al dólar. A partir de 1974 usó el crudo del Medio Oriente como soporte del petrodólar, la moneda universal para las transacciones con el oro negro y sus derivados. Llegó a un acuerdo con la Casa Saud, para vender el petróleo solo con la moneda de EE.UU. y sentó las nuevas bases para que el dólar siga siendo la Moneda-Mundo. La jugada de 1954 en contra de Onassis tuvo este propósito ulterior. Los recursos son del Imperio, de nadie más.

Un Peso Pluma temerario
En estos tiempos, Elon Musk desafía a la Gran Cábala en el sector más importante del poder: el geopolítico. El emprendedor del siglo XXI adquirió la red social Twitter y la transformó en X. Desde ahí consiguió potenciar su voz y sus postulados. Sin duda, se ha impuesto por mucho a los convencionales medios de comunicación. Aprendió a usar el Matrixmo a escala global, para sus propósitos políticos.
Ese empoderamiento lo ha cegado del riesgo inminente en su destino. Da la impresión que Musk pilotea una de sus naves espaciales y no se ha dado cuenta que lleva una trayectoria de colisión contra un asteroide descomunal. El resultado será tan devastador que Aristóteles Onassis parecerá afortunado a su lado. Al parecer, Elon desestima la advertencia de su Cybertruck detonado como un coche bomba frente a un hotel de su pana-en jeje

Alebrestando el avispero
Sin embargo, todo indica que nada detendrá en sus afanes al intrépido Musk. Hasta ahora su vara mágica funcionó con el argentino Javier Milei, a quien puso como inquilino de la Casa Rosada; también lleva buenas relaciones con el salvadoreño Nayib Bukele. Pero esos son jugadores de la Liga C.
Ahora mismo Elon Musk piensa en grande con Alice Weidel, candidata de la ultraderecha para llegar al poder en Alemania; de igual manera con Marine Le Pen en Francia. Es decir, los dos principales países que sostienen la Unión Europea. Esos si son jugadores de la Liga A.
Ambas son nacionalistas a ultranza. En diferentes tonos expresaron su deseo de alejarse de la OTAN y de los conflictos bélicos. También tienen en agenda reanudar las transacciones más económicas de gas y petróleo con Rusia. Es decir, dos puntos de enorme sensibilidad de la Gran Cábala, cuyo mayor interés radica en la venta de armas y que tiene a Rusia como la principal amenaza (o excusa) para la seguridad de Europa Occidental.

La peor circunstancia
Pero Musk sólo es una picazón en los glúteos para la Gran Cábala. En la circunstancia actual, los dueños de EE.UU. soportan el mayor asedio que alguna vez imaginaron. El dúo China-Rusia está por destronarles de la conducción del Sistema Mundial. Además, ese binomio está construyendo a paso lento, pero seguro, el Nuevo Sistema Mundial Euroasiático.
Es decir, Elon Musk y Donald Trump llegan en el peor momento de la Gran Cábala, aunque no signifique que ellos le harán alguna mella. Solo conseguirán desatar la mayor furia que hayan concebido en sus vidas.
Este es el contexto del próximo ascenso de Trump a la presidencia de Estados Unidos. Elon Musk y Donald son como mosquitos molestosos para el luchador que enfrenta a un rival descomunal en la pista central. Y para eliminar a los insectos, el comando de la Gran Cábala ya hizo un ensayo el 1ro de enero… la próxima quién sabe.

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