Del Patio Trasero al Puerto Trasero de la Isla-Mundo Euroasiática

“Un pequeño saber no puede equipararse a uno grande. Ni una corta vida a una larga existencia. ¿Cómo se sabe que esto es así? El hongo que solo vive una mañana desconoce el ciclo de la luna. La cigarra de verano nada sabe de primaveras ni de otoños. Así son las pequeñas existencias. Al sur del estado de Chu vive la tortuga Min Ling cuyo otoño es de quinientos años, de quinientos años también su primavera. En la remota antigüedad había un cedro cuyo otoño duró ocho mil años, y ocho mil años también su primavera. Así son las largas existencias. Como Pengzu conocido por su longevidad, y al que en vano desearíamos imitar”.
Chuang Tze

“La mejor victoria es vencer sin combatir”.
Sun Tzu.

Por Alexandr Mondragón y Wilder Buleje
La irrupción del presidente chino Xi Jinping en el Perú tendrá un impacto descomunal que, para quienes ven más allá de los arbustos, trasciende el flamante Megapuerto de Chancay. Esa presencia borrará los linderos del otrora “Patio trasero” de Estados Unidos, desde los albores del Siglo XX, y lo transmutará en el “Puerto trasero” de La Ruta Cuántica. América del Sur será el “puerto de conexión” con la Isla-Mundial del Nuevo Sistema Mundo Euroasiático (NME).

Los significados del puerto
Chancay representará mucho más que la apertura de un enorme tránsito comercial en la región, valorado en varios cientos de millones, si no billones de dólares al año. Su inauguración tiene un doble significado geoeconómico y geopolítico. Con el inicio de las actividades del puerto comienza una nueva era para el continente. También muestra cómo piensa y actúa una civilización milenaria, para la cual el tiempo es solo una circunstancia y que nada la detiene para llevar a cabo la expansión de sus dominios comerciales hacia Latinoamérica y el Caribe —un mercado de 662 millones de personas.
China está empeñada en dominar la Geoeconomía global en lugar de la Geopolítica del “garrote y la zanahoria” del Hegemón Imperial. Como ejemplo monumental de su sabiduría — “La mejor victoria es vencer sin combatir” — es haber esperado casi 600 años —tras la otrora llegada de la Flota del Almirante Zheng He al norte del Nuevo Mundo, para ser precisos al valle central del Misisipi, en lo que hoy es Estados Unidos, en 1433— para retornar a estas costas.
Como se recuerda, el navegante chino llegó, miró y abandonó la región sin pretensiones de ocuparla o dominarla. Ahora China desembarca hiperrecargada con La Ruta Cuántica del Presidente Xi Jinping en el Siglo XXI —y, quién sabe, como antesala a una era como una primavera de la tortuga Min Ling, porque una corta vida de Occidente, no se puede comparar con una larga existencia de una civilización milenaria.
Esta es la antesala histórica de la rotación del eje del Sistema-Mundo desde Occidente a Eurasia —como lo han venido anunciando los autores de esta página desde 2017, ver aquí y aquí. Viene precedida de fuertes movimientos tectónicos en diversos puntos del planeta, que comenzaron a resquebrajar las estructuras de 500 años de antigüedad.

El NSME ya está girando
Las vigas anglosajonas comenzaron a crujir ante la impetuosa irrupción del binomio China-Rusia desde 2022, con la Declaración de la Independencia de Eurasia y una ofensiva bélica desde el núcleo del área geográfica del NSME hacia la nueva periferia (la invasión de Ucrania) ambos sucesos en febrero del 2022, como lo explicamos en un extenso ensayo, como puede leerse aquí, y que está a punto de culminar con una victoria rusa aplastante.
Ese será el primer examen de Donald Trump, presidente electo de EE.UU., ante la Gran Cábala. Pero pase lo que pase, la Ruta Cuántica permanecerá inflexible en el amanecer del Nuevo Sistema Mundo Euroasiático.

Los simbolismos chinos
En este contexto histórico, el próximo jueves 14 de noviembre, según lo anunciado, se espera que Xi Jinping, el presidente de China, junto con la mandataria peruana Dina Boluarte realicen la inauguración simbólica del Megapuerto de Chancay, a 80 kilómetros al norte de la capital peruana.
Esta ceremonia, como es característico en la diplomacia china, está cargada de varios simbolismos. El más importante, anunciar al mundo que la Iniciativa de la Franja y la Ruta —el nombre oficial de Las Nuevas Rutas de la Seda— tiene una presencia real y a gran escala en el mismísimo “Patio Trasero” del Imperio del decadente Sistema Mundo Occidental —como ya lo había sentenciado hace tres décadas el sociólogo estadounidense Immanuel Wallerstein— el cual comenzará a ser reemplazado por el “Puerto Trasero” de la Ruta Cuántica —como la paradoja de Teseo, que se pregunta si cuando a un objeto se le reemplazan todas sus partes, este sigue siendo el mismo.

Simbolismo de tiempos claves
El segundo simbolismo es que, en primer lugar, la ceremonia se realiza unas semanas después de la reciente Cumbre de los BRICS+, en Kazan —la alianza del Sur Global que abarca a cuatro continentes, tiene el 36% del PIB global y el 45% de la población mundial, al cual hay una larga lista de países que desean unirse—. Esta es la base del NSME. Y en segundo lugar, sucede unos días después del triunfo de Donald Trump para un segundo mandato en la Casa Blanca.
En este contexto, el mensaje es que —sin importar que la Gran Cábala imponga su derrotero al nuevo ocupante de Oficina Oval, cambiar la acción bélica desde Ucrania por una confrontación total con China; así como seguir alebrestando el avispero con el apoyo a Israel en el genocidio contra los palestinos y la amenaza de guerras con los países de esa región— la Ruta Cuántica no se detendrá hasta integrar el “Patio Trasero” al NSME.
Y un tercer simbolismo es la espera del discurso que Xi Jinping dará en Lima. Tal vez escuchemos que: “Las semillas de la amistad estarán plantadas en un nuevo jardín”, como una alegoría de que, de ahora en adelante, Latinoamérica es la extensión de la Isla-Mundial “Bajo un solo cielo”.

Lo que no tiene el Hegemón
Y aunque al Hegemón decadente aún le quedan dos fuerzas innegables, su Imperio Militar y Nuclear y el Dólar como la Moneda-Mundial, sin embargo, no tiene lo esencial —y algo en lo que China lo supera por múltiples veces— la iniciativa y el avance tecnológico de la IV Revolución Industrial de la Inteligencia Artificial y la Computación Cuántica. Sin ese y otros elementos para competir a escala global contra el poderío Geoeconómico de China, la pregunta es simple: ¿Cómo podría hacerlo si el Hegemón ni siquiera tiene trenes bala de alta velocidad en su propio territorio?
También la guerra espacial está cobrando interés en estos tiempos. Los chinos han anunciado que colocarán un hombre en el suelo lunar antes del 2030, para extraer los materiales raros que existen en ese subsuelo. Sorprende que los estadunidenses —que han reactivado sus planes ante el avance chino— abandonaran esa carrera hace medio siglo, después de afirmar que en 1969 realizaron una caminata lunar. Quizá el general Vernon Walters pudo revelar las interioridades de esa época, pero su muerte repentina impidió una aproximación a la verdad sobre esos hechos que, según el documental “El Lado Oscuro de la Luna”, involucraron al afamado cineasta Stanley Kubrick.

Las revoluciones positivas
Y en este punto, hay que recordar que las únicas revoluciones que han logrado el progreso material y económico de los humanos, en los tres últimos siglos, han sido las Revoluciones Industriales. Y es aquí donde China ha demostrado tener el capital humano —aupado con un poderío industrial que EE.UU. ya no posee— con el cual lograr los grandes cambios que se necesitan para encumbrar una economía real —no solo en su país, sino también en el resto del mundo.
Peor aún, las debilidades de Estados Unidos son enormes. Es un país extremadamente endeudado —35 billones de dólares, 35 seguidos de 12 ceros— y una tasa demográfica en declive. La población nativa no se reproduce para el recambio, solo lo hacen los nuevos inmigrantes, y está envejeciendo rápidamente. Es decir, no cuentan con el capital humano para hacer los grandes cambios que necesitan —sus generaciones nacidas en este siglo, los “snowflakes”, le huyen al trabajo industrial, que está siendo ocupado por los inmigrantes. Así, por muy grande que sea la grandilocuencia patética del mandatario recién electo, las palabras están muy lejos de los hechos como se vio en su primer gobierno —cuando la deuda creció en más de un 40% casi tres veces más que en el régimen de Joe Biden.

Las pataletas del Imperio
Y en el contexto geopolítico, también es importante remarcar que, como una muestra más de que el Imperio del Norte sigue sacando sus movimientos de un obsoleto libro de jugadas, desde Langley emitieron una orden a la presidenta accesitaria del país anfitrión, Dina Boluarte, para empañar la visita de Xi Jinping y seguir apantallando de que ellos aún mandan en el patio trasero.
Hicieron que la mandataria solicitara al Congreso de la República del Perú la autorización del ingreso de 600 efectivos de las fuerzas armadas de Estados Unidos a Lima, la capital, para “colaborar” con la seguridad de la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) que se celebra entre el 9 y 16 de este mes. ¿Qué tratan de demostrar? ¿Que aún pueden mandar y colocar a sus soldaditos de plomo sobre un tablero de Monopolio?

Érase una vez… el Hegemón
El Imperio, al parecer, está demostrando ser como las fantasías elaboradas en los estudios cinematográficos de Los Ángeles —aunque tengan finales como el de Érase una vez… en Hollywood—, sin demostrar nada que pueda competir con el poder Geoeconómico de China. ¿De qué vale tener 800 bases militares por todo el planeta si, a través de ellas, no pueden comerciar bienes de consumo humano?
Desde la antigüedad —las originales Rutas de la Seda— los chinos saben, y lo practican muy bien, de que el comercio es la esencia para la sobrevivencia de las sociedades, solo basta ver la expansión de su poderío comercial con Latinoamérica, ver aquí y aquí. El Tío Sam debería entender, de una vez por siempre, que los pueblos no comen balas, ni bombas —los puedes entretener con el Matrixmo, pero eso no es suficiente.

En casa de herrero, cuchillo…
Son grandes cosas en juego y esta vez la Gran Cábala, la élite que tiene sometida a la potencia americana, ya no controla las riendas del mundo. Una situación inédita en su larga historia de victorias al hilo, cuando, incluso hace poco más de tres décadas, tras la desaparición de la Unión Soviética, no tenía contrapeso ni adversarios formidables. Ahora la situación es tan diferente que no puede impedir la llegada de la Ruta Cuántica a su otrora “Patio Trasero”, y tiene que controlar a un bombástico egomaniaco en su propio patio interno. “En casa de herrero, cuchillo de palo”.
Con la inauguración simbólica del Megapuerto de Chancay, China —la Fábrica-Mundo y el líder de la IV Revolución Industrial— mostrará sus virtudes ante los países de Apec, los clientes naturales para empezar las operaciones con carga máxima en la vasta cuenca del Pacífico, ese espacio que será la clave del comercio mundial en este tercer milenio. Mientras que en el Atlántico reina la incertidumbre ante el marcado declive demográfico e industrial del Viejo Continente. ¿Pero, saben qué? Hubo alguien que hace 120 años advirtió a Occidente de lo que China podía ser capaz.

La advertencia de Mackinder
Son los nuevos tiempos que, en cierta forma, avizoró Immanuel Wallerstein con su teoría del Sistema Mundo y su anunciada decadencia del Viejo Sistema Mundo Occidental, desde finales del siglo pasado. El sociólogo estadounidense avizoró la emergencia de un Nuevo Sistema Mundo y, aunque nunca se aventuró a escribir que China podía ser el líder del nuevo paradigma, él desarrolló un convincente análisis del “capitalismo occidental”, militarista y parasitario financiero, que socavó el triunfalismo de la era neoliberal.
Sin embargo, unos 90 años antes de las advertencias de Wallerstein, a principios del Siglo XX el geógrafo inglés John Halford Mackinder alertó a Occidente sobre la capacidad de la civilización China de apoderarse del control del Heartland (el vasto territorio de Rusia) y lograr el dominio de la Isla-Mundial.

Una profecía centenaria
En un artículo titulado “El pivote geográfico de la historia”, presentado en 1904 ante la Royal Geographical Society, Mackinder ofreció un análisis geopolítico donde detalló cuál debía ser la tarea del nuevo imperio a emerger y señaló, específicamente, cuál era la zona clave, la extensa zona del territorio ruso, y que la potencia que domine esta área de la tierra, le permitiría dominar el mundo.
Como conclusión, puntualizó: “No estaría fuera de lugar indicar expresamente que… Si los chinos, por ejemplo, organizados como los japoneses, llegaran a vencer al Imperio ruso y conquistar sus territorios, podrían representar un peligro amarillo para la libertad del mundo, porque simplemente añadirían un frente oceánico a los recursos del gran continente, ventajas de las que no han podido gozar todavía los rusos”.

La alianza-simbiótica entre China y Rusia
Está demás decir, entonces, que China y Rusia ya estaban advertidos y lo tuvieron muy presente a lo largo del Siglo XX. Pero ambos lo confrontaron de una forma diferente. Rusia, convertida en la Unión Soviética, tras ser devastada en la II Guerra Mundial, intentó lidiar con el imperio emergente. China, irónicamente ensayando el comunismo maoísta, aprendió de sus errores y siguió aguardando, hasta renacer bajo la dirección del “pequeño timonel” Deng Xiaoping.
Entonces, desde finales del siglo pasado, China —después de embaucar a EE.UU. desde la presidencia de Nixon, haciéndole creer que iban a integrarse a su orden mundial— y Rusia forjaron una alianza simbiótica para proteger el núcleo euroasiático, que otorga el pasaporte para dominar el Sistema Mundo y la Isla-Mundial. La pesadilla de Mackinder hecha realidad.

El Imperio seguirá pateando
Pero claro está, ninguna transición es fácil. Del caos nace el orden. El Imperio del Mal, como un gato panza arriba, arañará y pateará hasta su séptima vida —y esperemos sin apretar el botón nuclear, al menos en esta parte del continente—. Pero seguramente recurrirá a sus viejas mañas y a sus vasallos locales para seguir jugando al Monopolio.
En este contexto, cabe recordar que desde el siglo pasado la Gran Cábala jamás intento hacer lo que están haciendo los chinos —invertir en el desarrollo de los países al Sur del Río Grande hasta la Patagonia. Todo lo contrario, invadió países, los intervino militarmente, erosionó cualquier intento de industrialización del continente —Brasil apenas se salvó— y destruyó las clases medias —el core de cualquier sociedad próspera— en los últimos 50 años.

Desde títeres hasta traiciones
Argentina, el país que fue la segunda economía del mundo al inicio del siglo XX ahora es un remedo de nación. El más grande productor de carne en el mundo tiene vastos sectores de su población con hambre, luego que el Imperio colocara a uno de sus títeres en La Casa Rosada.
La guerra de Las Malvinas (1982) fue el clímax de las operaciones contra Argentina. Unas fuerzas armadas acostumbradas a matar adversarios desarmados —a su propia gente durante las dictaduras militares de los años 1970’s, aupadas desde Washington, D.C. —, careció del valor para enfrentar un enemigo y socio del Big Brother —ya sabes: “Es mejor ser enemigo, que amigo de EE.UU.”, dijo el tío Henry. La derrota militar fue dolorosa y el golpe sicológico fue determinante para el descalabro actual.
Pesa a estos antecedentes, Javier Milei apuesta por darle la mano a quienes le dieron la espalda a su país en esa circunstancia. Como se recuerda, Estados Unidos apoyó decididamente a Gran Bretaña y olvidó el Tratado Interamericano de Apoyo Recíproco (TIAR). Pero como ellos dicen: “Haz lo que yo digo, no lo que yo hago”

“Democracia” Made in USA
A finales de los años 1970’s, Perú también soportó una reversión de sus incipientes industrias: ensamblaje de autopartes en el sector automotriz; construcción de embarcaciones, refinación de petróleo, parques tecnológicos, tras la reversión de un gobierno militar-nacionalista, por otro gobierno militar pro Washington.
Peor aún, tras la debacle de la guerra contra el terrorismo de Sendero Luminoso, cuando el país entero perdió miles de millones en infraestructrura y desinversión, la “democracia” Made in USA llegó con un gobierno, el de Alberto Fujimori, con un ex espía de la CIA (Vladimiro Montesinos) como el Rasputín a la orden de Langley, quien implementó a toda regla la privatización del país a manos de los grandes capitales.
Otra constante de la Gran Cábala en el Perú, fue que desechó y persiguió a quienes les sirvieron con devoción. Los casos de Fujimori, Alejandro Toledo, Alan García, Pedro Pablo Kuczynski, entre los mandatarios contemporáneos, son reveladores: procesos judiciales interminables, carcelería preventiva, acorralamiento personal, en fin… ya sabes “Es mejor ser enemigo…”.

La destrucción de las clases medias
Otra constante en el “patio trasero” fue la eliminación gradual, pero sostenida de las clases medias. En este contexto, no hay que olvidar las famosas “terapias de shock” del neoliberalismo económico desde la década de los 1980’s, que fue una constante durante décadas, para desaparecer a la anémica clase media latinoamericana –que, cabe agregar, a causa de las debacles económicas y para sobrevivir, millones de latinoamericanos tuvieron que emigrar hacia los Estados Unidos.
Así, como hemos visto a grandes rasgos, la Gran Cábala dominó a los países latinoamericanos con una fórmula barata: Formar a la clase dirigente en sus universidades del norte o de Europa occidental, a través de un adoctrinamiento de alto nivel, que garantizaba que sus representantes –diplomados y colonizados mentalmente– aplicaran sin ambages las recetas cocinadas en Washington D.C., o Langley –como el caso paradigmático del boliviano Gonzalo Sánchez de Lozada, quien hablaba español con un fuerte acento anglosajón; mientras que en Perú, Pedro Pablo Kuczynski (PPK) era una versión más light del caso boliviano –recordando que, aunque llegó a ser presidente a los 77 años, ocupó cargos importantes en el manejo de la economía peruana desde la década de los 1960’s. Cuando Toledo ganó la presidencia en el 2001, un reportero del Wall Street Journal le preguntó al embajador de EE.UU. en Lima, si esa elección era una preocupación para Washington, a lo que el diplomático replicó: “No, mientras Kuczynski sea el Ministro de Economía”, como así fue. Otro ejemplo de “Haz lo que yo digo, no lo que yo hago”.

Latinoamérica en La Ruta Cuántica
La concepción y la estrategia de China ha sido totalmente opuesta. En lugar de utilizar la política de “El garrote y la zanahoria” —que ha sido el arma esencial de la Geopolítica del Tío Sam por un siglo y medio—, China está convirtiendo el “patio” en un “puerto” —al estilo de las computadoras— para conectar a Latinoamérica con La Ruta Cuántica, a través de su política milenaria del comercio como punta de lanza, aunque esta vez no solo respaldado por una impresionante revolución industrial, tecnológica y científica, sino también con una gran estrategia Geoeconómica —a través de La Iniciativa de la Franja y la Ruta o las Nuevas Rutas de la Seda— para lograr el dominio de la Isla-Mundial a lo largo de Siglo XXI y, quien sabe, más allá.
Mientras la Gran Cabala apela al viejo truco del garrote y la zanahoria, los chinos están empeñados en liderar el ámbito digital y el desarrollo tecnológico. Un asombroso ejemplo es “El Centro de Investigación y Desarrollo Huawei Lianqiu Lake tiene forma de ciudad, pero en realidad es un enorme campus que acogerá a 35.000 empleados, la mayoría científicos e ingenieros”, informó el diario Clarín.
Es más, China es el mejor ejemplo de cómo una civilización —usando el Capitalismo, pero con “características chinas” — logró algo que jamás había sucedido antes en la historia de la humanidad: Sacar de la pobreza a 700 millones de personas en tan solo 40 años. Es decir, “La clave para la gobernanza de un país es enriquecer primero al pueblo”, como dice el presidente Xi Jinping, porque “La marca de un gran gobernante no es su habilidad para hacer la guerra, sino para conseguir la paz”. Pero Occidente aún no entiende, o no lo desea aplicar.

Choque decisivo de fuerzas antagónicas
Así, con la llegada de la Ruta Cuántica a Latinoamérica, la historia anticipa un conflicto entre estas dos fuerzas antagónicas por la propiedad del Patio Trasero. Dentro de algunos días empezaremos a sentir los movimientos de este terremoto geopolítico. Los sucesos próximos estarán a la vista de quienes tengan interés en ser testigos del más grande cambio en la historia de la humanidad, desde que los europeos conquistaron América.
Sin embargo, como en todo proceso de cambio, habrá ganadores y víctimas. Heridos y contusos. Quien asome como vencedor renovará la lista de los invitados en la nueva repartición de tareas a lo largo de la Ruta Cuántica. Los viejos vasallos que creían en la imbatibilidad de sus patrones saldrán del juego. Quienes apostaron a ganador ocuparán las nuevas salas desde donde se impartirán las nuevas directivas.

Bajo un solo “cielo”
En 1993, Noam Chomsky publicó un libro titulado “501: La Conquista Continúa”, en referencia al impulso de la Globalización del Imperialismo Financiero y Militar del Hegemón Imperial, por orden de la Gran Cábala. Tres décadas después, irónicamente, todo está patas arriba para Occidente.
Cuando se suponía que la Gran Cábala Occidental debía forjar la Cuarta Revolución Industrial, ha sido China, en los albores del Siglo XXI, la que ha dado el Gran Salto Cuántico para dejar atrás a Occidente y tener todo listo para lograr el dominio del mundo con su hiperautopista cuántica de la inteligencia artificial —como primera línea expansiva de otros campos— y de la cual cobrará un peaje como en el antiguo Sistema Tributario Chino, bajo un solo “cielo” —el «cielo» que, en la sabiduría china, es una suma de divinidades de la naturaleza y de los antepasados que favorece a las empresas y el poderío del gobernante justo, pero dejaría sin protección al gobernante déspota, permitiendo que otras fuerzas destruyan su régimen. Una lección para la Gran Cábala.

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