Opulencia inútil: Elon Musk, el Guasón de la Gran Cábala

Primero, le prendieron fuego a uno de sus flamantes autos, como si la mafia hubiera decidido enviarle una postal ardiente. Luego, un avión se despanzurra cerca de Washington con un tufillo a sabotaje que ni el mejor guionista de Hollywood podría imaginar. Después, los tiburones de Wall Street le dieron un mordisco tan grande a su fortuna que hasta el mismísimo Rey Midas habría llorado. Y, para coronar el circo, la Casa Blanca, convertida en el showroom más caro de Tesla, lo despachó de su efímero trono en DOGE con un desdén que gritaría: “Vuelve cuando seas más que un bufón, Elon”.

Por: Wilder Buleje y Alexandr Mondragón
Elon Musk, autoproclamado “emperador del universo”, resultó ser un simple peón en el tablero global de los titiriteros de la Gran Cábala, los amos del caos, que lo mandaron a casa con una palmadita: “Mejor suerte en la próxima, pequeño genio”. ¿O será que siempre fue su infiltrado? Porque ahora, en un giro digno de telenovela barata, se ha lanzado a una bronca épica contra Donald Trump, su excompinche, amenazando con airear sus trapos más sucios y escandalosos.
Sea como sea, el magnate que se creía intocable, el dios tecnológico de Silicon Valley, no es más que un peón torpe en el ajedrez de los verdaderos dueños del mundo, sin chance alguna de alcanzar la octava casilla. Sus empresas milmillonarias y su fortuna de papel dependen de los auténticos tiburones de Wall Street y de esa Gran Cábala que maneja los hilos de Occidente desde las sombras —a través del Secret Team, como lo reveló el legendario Leroy Fletcher Poutry hace más de medio siglo..

En la mejor tradición Borgiana
Un mensaje explosivo —literalmente— el pasado 1 de enero, cuando un Tesla Cybertruck estalló frente al Trump International Hotel de Las Vegas —con un militar condecorado dentro, para refrendar el mensaje— fue el mazazo que transformó a Musk en el Caballo de Troya dentro de los muros de la presidencia estadounidense.
¿Por qué este volantazo en su actuación pública? Simple: un baño de realidad cortesía de los amos de Occidente, que le dejaron claro que podían reducirlo a cenizas en un santiamén. Musk, el supuesto titán, es apenas un advenedizo en el juego del poder real, donde las Manos detrás de la Mano de Dios —en la mejor tradición Borgiana— lo manejan como a una marioneta de bajo presupuesto.

Como un Caballo de Troya
Así, el hombre más “afortunado” de la industria tecnológica se rindió a velocidad cuántica. No sin antes amasar—en su delirante cruzada de recortar 2 billones de dólares del gasto gubernamental, una promesa que al final apenas rozó un mísero 6% de esa cifra— un tesoro de información sensible sobre el gobierno y el propio Trump, mientras jugaba a ser el capo del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, para los amigos). Todo como un Caballo de Troya.
La lista Forbes, esa falsa biblia de los ricos que todos veneran, es una farsa. Hay multimillonarios que no aparecen en sus páginas, los verdaderos amos de Estados Unidos, herederos de las familias del Mayflower y los “Padres Fundadores”, que prefieren la penumbra. Aunque Musk lidere ese ranquin con sus 393 mil millones de dólares, seguido por Zuckerberg con $240 mil millones y Bezos con $228 mil millones, ese dineral no les otorga un pase VIP al club del poder real. Son peones de la segunda fila, los que sudan generando riqueza para que la nobleza de la primera fila la controle sin despeinarse.

Un títere de la Gran Cábala
Musk, en su papel de mecenas tecnológico de Trump para su segundo mandato, parecía un ministro sin cartera, pero no era más que un títere de la Gran Cábala, transformado en un Caballo de Troya con ínfulas. Ha elegido bailar al son de los que mandan, traicionando al ocupante del Despacho Oval, que no es más que un rey de cartón. Como dijo el presidente Harry Truman: “En Washington no hay amigos; si quieres uno, cómprate un perro”.
Y en su rol de Guasón desquiciado, su idea de fundar el American Party para competir con demócratas y republicanos, no es más que un truco de magia barato para seguir en el candelero. ¿Independiente? ¿Autónomo? Por favor, es un mandado de los patrones, un plan para desestabilizar al ególatra del Salón Oval, quien lo amenazó con cortarle los contratos federales si apoya a un demócrata. Washington es un circo, pero no hay acróbatas, solo payasos siniestros con risas de hiena.

Con la puñalada en la mano
Trump, mientras tanto, baila sobre un alambre. Si cruza alguna línea roja de la Gran Cábala —como negarse a alimentar la guerra en Ucrania o a mimar al 1% con exenciones fiscales—, el Guasón Musk sacará los dossiers que ha acumulado y lo hará pedazos. Así opera la Cábala desde hace ochenta años, y no van a cambiar la receta ahora.
El duelo entre los aristócratas del complejo industrial militar y los oligarcas tecnológicos terminó con la victoria de los primeros, como “El Buen Pastor” Joe Biden se jactó al dejar la Casa Blanca. Trump, herido de muerte políticamente por la puñalada de Musk, está a merced de la Cábala. ¿Lo dejarán desangrarse lentamente o lo rematarán de un golpe? El atentado de Pensilvania en julio de 2024 fue la cima de su montaña rusa electoral; ahora, la caída es inevitable. El Imperio se derrumba, y a la Cábala no le importa el 99% de los mortales.
Pero este no es el Fin de la Historia, como lo dijo el operario Francis Fukuyama, en 1992, es la Nueva Era de los Mandarines Milenarios.

Emerge un Nuevo Sistema Mundo
Mientras Occidente se desmorona, el Nuevo Sistema Mundo Euroasiático (NSME), liderado por China y Rusia, brilla con fuerza. La resistencia rusa a las sanciones occidentales desde hace tres años solo se explica por el Nuevo Sistema Económico Euroasiático del NSME en paralelo. Ese es el soporte alterno que le otorga el oxígeno económico y financiero que Europa y Estados Unidos le quitaron desde que empezó la contienda en febrero de 2022.
Eurasia y el Sur Global se han comenzado a desconectar de la Gran Cábala y han logrado una autonomía que sacude 200 años de dominio (Inglaterra, primero, y Estados Unidos, después), con China como el eje del NSME, en continua expansión económica y automatizando sus procesos de producción. Es la fábrica-mundial contra la cual ninguna nación o bloque de naciones puede competir. El mundo ya comenzó a aceptar esta nueva realidad y ha comenzado a ser parte del NSME. No hay otra salida que abandonar los infectados edificios del viejo sistema y mudarse a las nuevas villas construidas a lo largo de la Ruta Cuántica.

El Cubo del Poder lo revela
El 2017 lo dibujamos (ver aquí y aquí); el 2025 lo confirma. El mundo cambió, aunque Occidente se niegue a abrir los ojos. La Gran Cábala, desesperada, lanza a sus peones al matadero. Musk, el Guasón, y Trump, el rey de utilería, son los primeros en la fila. El NSME no pide permiso; ya está aquí, y las decisiones que importan se tomarán en Asia, por civilizaciones-estado —que concentra sabiduría y conocimiento milenario: “Un pequeño saber no se puede comparar con uno grande, ni una corta vida con una larga existencia”, Chuang Tzu— no por un club de privilegiados.
El tiempo de las guerras eternas y el armamentismo cederá ante el comercio y el intercambio. La alternativa es la aniquilación nuclear. Empero, hasta la Cábala sabe que eso los borraría del mapa. La industria tecnológica, no el complejo militar, liderará el futuro, aunque no sin caos. Gracias al espejo deformado de Musk, vemos la verdad: la “democracia” de Occidente era solo el disfraz del autoritarismo de la Cábala, sostenido por sanciones, amenazas y guerras interminables. Ese castillo de naipes se tambalea, y el NSME está listo para escribir el próximo capítulo. El Cubo del Poder lo revela.

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